Uno de los objetivos del Acuerdo de París aprobado en diciembre de 2015 para luchar contra el cambio climático es que el aumento de la temperatura del planeta en 2100 no supere los 2 ºC, y si es posible los 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales. Un nuevo estudio ha planteado cuatro escenarios futuros de reducción de emisiones de CO2 y aumento de renovables, y ni siquiera en el mejor de los casos se lograría "enfriar" el planeta.
Un equipo de científicos españoles y polacos ha analizado la relación entre la sensación térmica y la latitud del lugar donde se habita en dos centros educativos de dos ciudades en condiciones climáticas similares. Los resultados demostraron que el porcentaje de satisfacción de confort fue diferente para los alumnos en función de la localización, pese a que las condiciones a las que se expusieron fueron semejantes en un lugar y otro.
El movimiento del dentón, un pez superdepredador que vive en fondos rocosos y praderas marinas del Mediterráneo y el Atlántico, está influido por los cambios en la temperatura oceánica, según un estudio realizado en la reserva marina de las islas Medas, frente a la Costa Brava. Dentro del contexto del cambio climático con temperaturas cada vez más altas, este patrón de comportamiento del dentón podría afectar a la dinámica de la especie y de los ecosistemas costeros.
Para conservar a bajas temperaturas las sustancias biológicas, como órganos o espermatozoides, los expertos se ayudan de la fuerza de la presión, que dificulta que este biomaterial se congele y quede inservible. Los científicos desconocían por qué la presión dificultaba la formación de hielo, pero ahora acaban de averiguar el motivo, un avance que mejorará los procesos de criopreservación.
Hace entre 116.000 y 129.000 años tuvo lugar la última interglaciación, una de las épocas más calurosas de la historia reciente de la Tierra. Por aquel tiempo, los niveles del mar eran de seis a nueve metros más elevados que los actuales. Un estudio revela datos preocupantes: la temperatura superficial marina de aquella época era similar a la de hoy.
Cuando hay mucha humedad, los cristales que forman un copo de nieve adoptan formas fascinantes. En atmósferas secas, su apariencia es más sencilla, con prismas hexagonales. Lo que intriga a los científicos es por qué estos prismas se transforman en columnas o en cuerpos chatos cuando bajan los grados. Un equipo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid ha dado un paso más para descifrar el enigma.
A falta de un mes y medio para finalizar, 2016 se convertirá en el año más caluroso de la historia, superando a 2015. Los datos preliminares de la Organización Meteorológica Mundial muestran que las temperaturas globales de enero a septiembre han estado 1,2 ºC por encima de los niveles preindustriales y se han incrementado los eventos extremos asociados al cambio climático, como el huracán Matthew del mes de octubre.
Los programas de seguimiento a largo plazo del Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada han detectado cambios significativos en el clima que afectan al carácter alpino de este enclave considerado uno de los hotspots de la biodiversidad más importantes de la región mediterránea. Este área montañosa alberga un total de 2.100 especies de plantas vasculares, representando el 25% de la flora de España y el 20% de Europa, lo que le confiere el carácter de laboratorio natural donde estudiar los impactos del cambio global.
El agua, un recurso esencial en las plantas, puede ser un bien escaso en muchas ocasiones, por lo que muchos cultivos dependen del riego. Un nuevo estudio demuestra que la temperatura del suelo influye en la manera en la que la planta adquiere ese recurso. Según los científicos, si disminuye la temperatura del suelo, incluso con suficiente agua para satisfacer las demandas de la planta, los árboles como los olivos y los almendros tienen más dificultad para adquirir recursos hídricos.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han estudiado distintos escenarios climáticos en los ríos de la cuenca del Duero para determinar la viabilidad de las poblaciones de truchas ibéricas. Según sus resultados, el calentamiento global llevará a una reducción de hasta el 56% del hábitat térmico de la trucha en el río Cega y un 11% en el Pirón, en el peor de los escenarios.