Los cerebros de todos los varones no reaccionan igual ante sus niños. Un estudio realizado a partir de escáneres cerebrales indica que los hombres con menor volumen testicular están más implicados en los cuidados paternales. Los autores señalan que el tamaño de las gónadas tiene que ver con la producción de testosterona, y esta, con la energía que los machos invierten en la crianza.
El síndrome de déficit de testosterona es una patología asociada a la edad avanzada, que no solo conlleva problemas en el ámbito sexual sino que también puede provocar disminución de la masa muscular y fracturas óseas. Un equipo del Hospital Universitario de Bellvitge ha desarrollado un método que permite iniciar un tratamiento precoz de la enfermedad.
Un nuevo estudio, liderado por expertos de la Universidad de Inha, en Corea del Sur, asegura que los hombres castrados que existieron hace siglos disfrutaron de una existencia entre 14 y 19 años más prolongada que los varones de su época. El hallazgo podría explicar la influencia de las hormonas sexuales, como la testosterona, en la esperanza de vida.
Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) han analizado qué factores biológicos y de comportamiento determinan la toma de decisiones en el ámbito de la economía. Los resultados revelan que el razonamiento abstracto juega un papel muy importante en algunas decisiones, y que la exposición fetal a la testosterona está relacionada con el proceso.
Los hombres pierden testosterona cuando acaban de ser padres y lo hacen en mayor cantidad cuanto más comprometidos estén con los cuidados del bebé. Imagen: Giles Cook
Expertos internacionales han escrito una declaración con recomendaciones para realizar pruebas de niveles de testosterona. Respaldados por el Centro para el control y la prevención de enfermedades (CDC) y la Sociedad de Endocrinología estadounidense, solicitan una normalización mundial y afirman que hoy se comenten errores frecuentes en las pruebas de medición de la hormona que tanto se consume en el mundo del deporte de elite.
La ira provoca cambios en el estado de ánimo, aumenta la frecuencia cardiaca, la tensión arterial y la testosterona y disminuye el cortisol.
Una nueva investigación revela que la acción directa de la testosterona, la hormona masculina por excelencia, no es necesaria para la masculinización del cerebro. Investigadores de la Universidad de California (EE UU) han demostrado que la señalización de la testosterona no controla la diferenciación masculina del cerebro ni la conducta, pero sí la frecuencia y el alcance de los comportamientos típicos masculinos.