El descubrimiento de fosfano en las nubes de Venus ha disparado las especulaciones sobre su posible origen biológico, pero se necesitan más observaciones para confirmar el hallazgo y conocer su verdadera fuente. Las posibles misiones que se planean al planeta vecino, como EnVision de la Agencia Espacial Europea y DAVINCI+ de la NASA, pueden ayudar a encontrar la respuesta.
Con los datos del satélite TESS de la NASA, el telescopio espacial Spitzer y el Gran Telescopio Canarias (GTC), un equipo internacional de astrónomos ha detectado el que podría ser el primer planeta intacto localizado en órbita en torno a una estrella que fue como el Sol, pero que ahora es más pequeña que el exoplaneta. El Instituto de Astrofísica de Canarias participa en el descubrimiento.
La aparición en Venus de esta molécula asociada a la vida en la Tierra, también llamada fosfina, ha causado un gran revuelo científico y mediático, pero hace décadas que se conoce su presencia en las atmósferas de Júpiter y Saturno, e incluso se ha encontrado en algunas estrellas. Investigadores del CSIC fueron los primeros en detectarla fuera de nuestro sistema solar. Ahora valoran para SINC el nuevo descubrimiento.
La fosfina encontrada en el planeta no debería ser estable en su atmósfera, donde se oxidaría rápidamente a menos que, como en la Tierra, haya un suministro nuevo constante. Entonces, ¿por qué los autores del estudio la buscaban en un entorno tan poco prometedor? ¿Están seguros de haberla encontrado?
La atmósfera de Venus contiene trazas de una molécula que en nuestro planeta solo generan las actividades microbianas y humanas, y que huele a podrido en asociación con otros compuestos. El descubrimiento, realizado con los telescopios James Clerk Maxwell y ALMA, apunta a la existencia de procesos geológicos o químicos desconocidos en nuestro planeta vecino, aunque tampoco se descarta una posible fuente biológica.
Hace décadas que los astrónomos debaten sobre las ondas magnéticas que se agitan por encima de las manchas solares. Ahora investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias han zanjado el asunto al confirmar la existencia de una cavidad resonante donde se confinan y refuerzan estas ondas.
Las observaciones con telescopios muestran que los cúmulos de galaxias tienen un número de pequeñas lentes gravitacionales diez veces mayor que lo que señalan las simulaciones. Por tanto, algo está fallando: o los métodos de simulación o las suposiciones de la cosmología estándar sobre la materia oscura que genera este fenómeno.
Cerca de 40 instituciones europeas, ocho de ellas españolas, han solicitado incorporar el Einstein Telescope en la próxima hoja de ruta del Foro Estratégico Europeo para Infraestructuras de Investigación (ESFRI). Este observatorio terrestre de ondas gravitacionales de tercera generación podría ubicarse en la frontera entre Bélgica, Alemania y Países Bajos, o bien en la isla italiana de Cerdeña.
Este verano se han introducido varias toneladas de sulfato de gadolinio en el gigantesco tanque de agua ultrapura del detector Super-Kamiokande, situado a un kilómetro bajo tierra en una mina de Japón. La adición de esta tierra rara abre la posibilidad de descubrir los esquivos neutrinos que han producido las explosiones de supernova desde los inicios del universo.
Esta investigadora de la UIB, jefa del Grupo de Física Gravitacional, ha participado en la detección del agujero negro más masivo jamás observado hasta ahora, un hallazgo que obligará a revisar la teoría de cómo evolucionan y mueren las estrellas.