Los últimos 30 años de la vida de James B. McClintock están dedicados a la investigación de la Antártida. Esta semana ha estado en Valencia para contar parte de esta carrera de fondo que le ha dado “la oportunidad única de presenciar los efectos dramáticos del cambio climático” con sus propios ojos. Por la relevancia de sus estudios, una zona de la costa antártica lleva su nombre. Actualmente es profesor en la Universidad de Alabama en Birmingham (EE UU).
¿Qué está pasando en los ecosistemas antárticos?
Los ecosistemas marinos y terrestres de la Antártida están bajo un elevado estrés asociado al cambio climático. Las regiones más afectadas son la parte occidental del continente antártico y, sobre todo, la península Antártica –donde he estado trabajando los últimos quince años–. El calentamiento de origen antropogénico ha acelerado el derretimiento y el retroceso de los glaciares, la desintegración de las capas de hielo, y provoca una regresión del hielo marino anual. En los últimos treinta años esta regresión ha sido del 40%.
¿Cómo afectan estos cambios a la fauna?
Está teniendo efectos dramáticos sobre los animales cuya ecología está ligada a la del hielo marino anual. Además, la acidificación del océano hace que los ecosistemas antárticos sean altamente vulnerables, porque la absorción marina de dióxido de carbono atmosférico es mayor en las frías aguas polares.
¿Qué especies son las más amenazadas?
Los osos polares, por ejemplo, al retroceder el hielo marino, disminuye el espacio para la caza de focas y se ven obligados a cazar en las tierras de pequeñas presas, como las aves marinas, que no les proporcionan una nutrición suficiente para su supervivencia. También lo están el pingüino de Adelia y el krill –pequeños organismos parecidos a los camarones, en la base de las redes tróficas de la Antártida, y que son parte fundamental de la nutrición para peces, focas, pingüinos y ballenas–.
El Ártico se derrite y el Antártico se desvanece. Este último es el título de su conferencia en Valencia y lo primero el nombre de una campaña de Greenpeace. ¿Hay margen para el cambio?
Creo que todavía hay tiempo para frenar y reducir los impactos del calentamiento global y la acidificación de los océanos. Sin embargo, será necesario que los países de todo el mundo se unan para llegar a estrategias efectivas para reducir la producción de gases de efecto invernadero y aumentar el desarrollo de energías alternativas. No va a ser fácil, pero las consecuencias de no actuar superan con creces las de la inversión para crear nuevas estrategias energéticas. También creo que ya estamos recibiendo una muestra de los importantes costes asociados: inundaciones, aumento del nivel del mar, intensificación de las tormentas. El momento de actuar es ahora.
¿Cómo hay que hacerlo?
La mejor manera de asegurar que los ecosistemas antárticos se recuperen es reducir nuestra producción de gases de efecto invernadero (combustibles fósiles). También podemos tomar precauciones para evitar que los visitantes de la Antártida introduzcan especies invasoras que alteran rápidamente los ecosistemas.
Respecto a la capa de ozono, ¿cuál es su evolución en esta zona?
Hay buenas noticias sobre la disminución del agujero de la capa de ozono (agujero de ozono) sobre la Antártida y Nueva Zelanda. El Protocolo de Montreal, que se convirtió en ley en 1987, ha sido tal vez el tratado global más exitoso de todos los tiempos. En la actualidad hay 193 países firmantes y dicho tratado impide el uso de ciertos productos químicos que se usan como refrigerantes y que destruyen el ozono atmosférico. La buena nueva es que el agujero de ozono ha dejado de crecer y ahora los científicos atmosféricos predicen que se puede cerrar antes de finales de siglo.
Ha dedicado la mitad de su vida a la Antártida. ¿Con qué se quedaría de todo lo aprendido?
Me ha dado una oportunidad única de presenciar los efectos dramáticos del cambio climático con mis propios ojos. Siento que como científico es fundamental compartir esta vivencia del cambio climático y quiero continuar dando conferencias para concienciar a la sociedad.
¿Qué le diría a los negacionistas del cambio climático?
Que deben considerar cuidadosamente las fuentes de su información. Valorar si están escuchando hablar sobre cambio climático a un científico respetado o si la información les llega de un ‘programa de entrevistas’. Casi todos los científicos creen que el clima mundial está cambiando de forma acelerada. Del mismo modo, tienen evidencias de que los seres humanos están jugando un papel fundamental en este calentamiento.
En 30 años de investigación antártica lo habrá podido comprobar en primera persona...
Si vas a visitar la península Antártica puedes ver por ti mismo un montón de evidencias del cambio climático. Pero muchas otras personas están en condiciones de presenciar el cambio climático en su propio patio trasero –sus flores están floreciendo más temprano, las aves se quedan para pasar el invierno, o su clima local es cada vez más húmedo o seco durante las últimas décadas–.
¿En qué proyectos polares trabaja ahora?
Tengo tres programas en curso. Uno de ellos sobre los productos químicos que producen las plantas y los animales marinos de la Antártida (algas, esponjas, corales, et.) que son tóxicos y los utilizan para evitar la depredación o contaminación. También estamos estudiando estos productos químicos para ver si se pueden utilizar para combatir el cáncer, el SIDA, la fibrosis quística y la influenza. En un segundo programa investigamos los impactos de la acidificación del océano sobre las algas marinas y los invertebrados sin cáscara de la Antártida. Y el tercero es un proyecto con un barco y un sumergible para monitorizar la posible invasión de cangrejos rey en la plataforma submarina que rodea el continente de la Antártida.