El cierre de centros educativos en varias ciudades españolas como medida de prevención frente al COVID-19 está suponiendo todo un reto para las familias. La socióloga recalca que medidas como el teletrabajo son un parche y que, por ahora, no hay una solución prevista para gestionar esta nueva situación.
La crisis del coronavirus ha supuesto que la socióloga Ángeles Durán (Madrid, 1942) esté reconfigurando toda su agenda, al haberse cancelado diferentes actos en los que iba a participar. Durán es experta en trabajo no remunerado –Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política 2018– y advierte de la presión que se está trasladando a las familias, al hacerse cargo de los menores a los que les han suspendido las clases en la Comunidad de Madrid, Vitoria, Labastida y La Rioja para prevenir el contagio.
En cuanto a medidas que se están potenciando como el teletrabajo, las considera “un alivio parcial” que no se pueden improvisar y no son la solución, puesto que España es principalmente un país de servicios. La socióloga, investigadora ad honorem del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, plantea que esta crisis sirva para redistribuir los cuidados y que no recaigan solo en las mujeres.
En Madrid, Vitoria, Labastida y La Rioja se suspende la actividad educativa durante dos semanas. ¿Quién va a cuidar de los menores?
Ayer me llamó mi hijo que tiene tres niños y estaban en una reunión de padres y madres para ver si encontraban una solución colectiva o cooperativa. A nivel individual no hay solución, dado que en estos momentos la mayoría de los hogares en los que hay niños no conviven con otras personas, son un núcleo reducido, no tienen empleados de hogar y trabajan fuera del hogar tanto el padre como la madre. Esa es la situación habitual y no pueden recurrir a los abuelos. De modo que no hay solución por ahora prevista. Tendrán que ausentarse por turnos el padre y la madre en sus empleos y lo hará sobre todo la madre.
¿El teletrabajo le parece una opción adecuada?
El teletrabajo es una opción cuando ya está previsto. No se puede improvisar. Puede hacerse alguna parte del trabajo a distancia pero no se puede improvisar y sabiendo que solo es para quince días. Es un alivio parcial pero desde luego no es una solución, sobre todo en una economía de servicios.
¿Es posible cuidar y teletrabajar a la vez?
Cuando en las fábricas textiles se inventó el trabajo a domicilio era algo para las mujeres. Se llevaban a casa los materiales y lo hacían en el hogar, lo que les permitía estar en casa cuidando, pero es una mala manera. No es el óptimo aunque es menos malo que la presencia física. Es una solución que no es realmente una conciliación, es una chapuza, un ligero alivio.
Aparte de quién cuida, ¿quién paga estos cuidados?
Ese es el gran tema, la redistribución de los costes. En mis análisis distingo en la economía española dos grandes subsistemas: de uno sabemos muchísimo, que es la economía monetarizada, y del otro ni nos importa ni sabemos casi nada, que es la economía no monetarizada. En la economía monetarizada los trabajadores están más o menos protegidos por al menos siglo y medio de luchas sindicales. Tienen derecho a no ir a trabajar si tienen gripe, por ejemplo. ¿Qué es lo que está sucediendo en estos momentos? Que el sistema monetarizado se protege y pasa toda la presión al subsistema económico no monetarizado, que son los hogares, básicamente. Lo que se está haciendo es pasarle la presión a un sector que no está organizado para defenderse.
¿Económicamente hay algún cálculo de cuánto supone?
La cifra que te puedo dar no es de ahora del coronavirus, son datos de la Encuesta de Empleo del Tiempo del INE de 2010, pero no creo que sean muy distintos. Los datos reflejan que el trabajo de los hogares es un 30% más alto en horas que el trabajo del mercado laboral.
Si ahora lo que hacemos es que el mercado laboral provisionalmente pierde, vamos a suponer, un 30% de horas, esa cantidad se revierte al subsistema no remunerado (los hogares). Además, estoy calculando ahora mismo los ratios de población dependiente hasta los 19 años respecto al total de la población. Cada persona en el grupo de 20 a 64 años tiene que hacerse cargo de 0,3 personas de 0 a 19 años. Lo que te dice esta cifra es que por cada adulto de edad intermedia tienes 0,3 niños o jóvenes que ahora no pueden ir a clase.
Desde el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones contemplan que el aislamiento preventivo sea una baja laboral remunerada. ¿Quién cree que tiene que asumir este coste?
Será una lucha feroz porque España es un país de empresas pequeñas, no de grandes. Para una farmacia, una guardería, una academia o un hotel, asumir medio mes cerrados y pagando a los trabajadores va a significar la quiebra. Va a haber una lucha grandísima porque los sindicatos querrán que sea remunerada como ya se consiguió hace tiempo, pero cuando eso se lleve a la práctica lo que se va a pedir es que sea el Estado quien lo pague. ¿Pero de dónde va a salir?
Con una Seguridad Social que ya tiene muchos problemas habría un aumento fuerte de los pagos de la administración pública. Además, va a haber un problema de relaciones entre el Estado central y las comunidades autónomas, y dentro de cada comunidad, va a haber un problema con los municipios e incluso dentro de cada municipio, con los barrios. Se va a producir un juego de dominó, con fichas que se caen y a ver quién las soporta.
En el caso de los trabajadores autónomos, ¿quién les cubre esta baja?
Toda la pequeña empresa tiene problemas por dos lados: uno, el que tiene que financiar el trabajo de sus asalariados o de sus autónomos y otro, que se queda sin demanda. Porque España es fundamentalmente un país de servicios, no es un país industrial. El teletrabajo en el caso de los servicios, ¿cómo lo haces? No puedes.
En cuanto a los abuelos y abuelas, ¿qué papel están teniendo en esta crisis? ¿Se está redefiniendo su rol?
Es tan reciente que todavía no ha dado tiempo a generar costumbre. De momento estamos en una situación inesperada y solamente ayer empezó a convertirse realmente en una crisis. Todavía no se ha definido ningún papel. ¿Qué va a suceder? No lo sabemos. Muchas grandes crisis han significado un cambio de costumbres y una innovación importante. ¿Esta lo va a ser? No lo sé. Si son más de quince días y el índice de contagios aumenta… Si pasan los meses y la letalidad no es muy mala, no creo que dé origen a ningún cambio social importante. Si durase más, si la letalidad alcanzase unas cifras más altas de las que tiene ahora, entonces sí es probable que diera lugar a cambios importantes en organización del trabajo sobre todo, más teletrabajo, pero es demasiado pronto para hablar.
En gran parte depende de soluciones económicas y tecnológicas. Si las cosas ahora se hacen en espacios colectivos es porque permiten bajar mucho los costes y aumentar la productividad. El cuartel, el hospital, la fábrica y el mercado son cuatro ejemplos de que una actividad o la concentras en el espacio o es muy difícil hacerla. Pueden inventarse otras fórmulas pero no es nada fácil porque hay mucha productividad cuando se concentra la producción o el consumo. La tecnología tendrá mucho que decir. Era impensable que pudiésemos estar trabajando desde casa y ahora podemos gracias al ordenador. Puede que haya avances tecnológicos importantes.
Otra medida para toda es España es fomentar el cuidado domiciliario de los mayores para prevenir la infección. ¿En quién recae este cuidado?
Tradicionalmente lo que se ha hecho ha sido tirar de las hijas. Esa ha sido la fórmula más corriente, no la única, también los hijos cuidan, pero más del 80% de los cuidadores de enfermos de larga duración son mujeres y la mayoría son o la esposa o la hija. Lo que parece que están pensando es que se cuiden entre ellos, mayores que cuiden a mayores, pero al ser un grupo de riesgo tan claro, la presión irá a parar a las hijas. Es una buena ocasión para una redistribución de los cuidados y para una mayor implicación de los varones.
A los mayores, más allá de que les proteja de la infección del coronavirus, ¿cómo les puede repercutir las restricciones en las visitas de las residencias o no acudir a los centros de ocio que han cerrado?
Es un coste indirecto, un daño colateral. ¿En algún caso puede ser grave? Hay que ponderar qué es peor, si el riesgo del contagio o el daño colateral de sentirse más abandonado. No se produce solamente la disminución del número de visitas sino que además dentro de todos los centros sanitarios y de ocio se habrá producido simultáneamente un enrarecimiento del clima laboral porque faltarán trabajadores y porque los que estén querrán tomar distancias.
¿Echa en falta alguna medida específica que apoye estos cuidados?
Lo único que es bueno es que haya directrices comunes porque adoptar decisiones en cada empresa significa una guerra en cada sitio. Es mejor que haya una norma colectiva y el conflicto no será tan grave. Está bien que la administración pública marque unas pautas comunes para todo el mundo. Nadie va a querer cargar con los costes. Por otra parte, lo que se ha hecho es derivarlo al ámbito de lo privado y familiar y ahí la administración pública suele meterse muy poco porque aunque lo diga, ¿quién va a encargarse de hacerlo cumplir?