El proyecto Forest 500 ha dado a conocer una lista de medio millar de actores que desde ahora y hasta 2020 tienen en su mano frenar la deforestación en los bosques tropicales del mundo. Entre ellos destacan gobiernos, empresas e inversores que desempeñan un papel importante en la eliminación de la deforestación. Países como Brasil, Colombia y Perú, así como la Unión Europa, son los mejor puntuados.
The Global Canopy Programme, un think tank o laboratorio de pensamiento que busca proteger los bosques tropicales, lanzó ayer la iniciativa Forest 500, que identifica 500 actores clave que pueden eliminar la deforestación de las cadenas de suministro globales para 2020. Entre ellos se encuentran gobiernos, empresas e inversores clasificados en diferentes listas según el compromiso que están mostrando a la hora de combatir este problema.
El ranking gubernamental está formado por 50 países y regiones entre las que destaca América Latina, especialmente, Brasil, Colombia y Perú. "Estos actores no son necesariamente responsables directos de la deforestación, pero están vinculados a ella a través de su intervención en las materias primas", declara Mario Rautner, encargado del programa de Deforestación en The Global Canopy Programme. En su opinión, la región latinoamericana ha tenido históricamente un mayor compromiso con el problema de la deforestación, ya que se ha vinculado siempre con la producción de mercancías.
"Esto significa que las estrategias para abordar la deforestación están más desarrolladas", destaca el experto. Por eso, entre los 50 actores que el programa Forest 500 señala como claves en el campo de las políticas públicas, se sitúan en los primeros lugares Brasil, el departamento colombiano de Caquetá y Colombia en su conjunto.
Con una puntuación media aparecen Bolivia, Ecuador, México, Paraguay y Argentina, mientras que Venezuela es el país latinoamericano más rezagado de entre los que recoge la lista, en los últimos lugares junto a Rusia y Tailandia.
La gran pérdida forestal de Madagascar o la escasa preocupación de Nigeria por tener una política forestal hace que África también esté a la cola. La Unión Europea aparece en la lista por su responsabilidad en las importaciones y lo hace con buenas puntuaciones, en especial Alemania y Holanda, mientras que España e Italia podrían mejorar en algunos aspectos.
En los últimos años, la explotación de productos como la soja, el papel, la carne de res, el cuero, el aceite de palma o la madera causa la mayor parte de la deforestación. Además, todo ello incide directamente en el calentamiento global, ya que la deforestación y el uso de la tierra son responsables de más del 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial.
Ante este panorama, existe un consenso emergente sobre la necesidad de reducir la deforestación para mitigar el cambio climático. En ese contexto, el ranking indica qué actores están siendo líderes a la hora de afrontar la pérdida de bosques y cuáles podrían hacer mucho más. La lista de empresas que incluye Forest 500 es de 250 grandes compañías, la de inversores llega a los 150 y otro grupo de 50 actores no clasificados en las categorías anteriores completa el medio millar de entidades señaladas a la hora de afrontar el problema. Además, ofrece un análisis de cómo está avanzando cada uno de ellos hacia la eliminación de la deforestación en la economía para el año 2020.
La responsabilidad de 250 empresas
“Los gobiernos pueden tener un impacto en el establecimiento de un marco regulador, pero las empresas pueden ir más allá de las legislaciones nacionales y adoptar medidas que aseguren que en sus propias acciones no son destructivas”, apunta Rautner.
Compañías muy conocidas, como Danone, Nestlé o Procter & Gamble se encuentran en los primeros lugares. La ubicación de las empresas se ha revelado como un factor importante, ya que las más comprometidas con el problema se ubican en América del Norte, seguidas de Europa y América Latina, mientras que las regiones de Asia y el Pacífico se quedan atrás.
Por su parte, los inversores pueden “aprovechar el poder de sus corporaciones para financiar exclusivamente las operaciones que cumplan con requisitos de sostenibilidad”. Sin embargo, ninguno de los evaluados tiene un compromiso total, aunque los bancos parecen ser más sensibles, por ejemplo, que los fondos soberanos de inversión.
Asimismo, dentro de cada uno de estos sectores “hay actores específicos que pueden tener impactos desproporcionados debido a su importancia dentro del debate de la deforestación tropical”. Volviendo a los países, Brasil, Indonesia y la República Democrática del Congo suman alrededor del 45 % de la superficie de bosques tropicales, “lo que significa que las acciones que tengan éxito en estos países representan una victoria significativa para detener la pérdida forestal mundial”, apunta el experto.
El poder de las importaciones
Sin embargo, el impacto que tienen indirectamente otros Estados puede ser incluso más significativo. Entre 2007 y 2012 el mayor importador de productos ligados a la deforestación fue China, con un 22% del valor total en el mundo. Del mismo modo, hay empresas que tienen una amplia cuota de mercado y podrían ejercer una enorme influencia en la sostenibilidad de los mercados de materias primas. Por ejemplo, “existe una alta concentración de mercado entre los comerciantes de semillas oleaginosas a nivel mundial”, señala Rautner.
Para elaborar el ranking Forest 500, que está financiado por el gobierno del Reino Unido y en la que se integran organizaciones civiles como Greenpeace, se ha empleado una ingente cantidad de datos y se han realizado todo tipo de evaluaciones. Las cadenas de suministro incluyen comerciantes, fabricantes, minoristas, productores, proveedores de servicios y un sinfín de actores que se han tenido que rastrear a través de numerosas fuentes, como los datos de las aduanas o de algunas ONG.
Objetivo “ambicioso”
Rautner admite que eliminar la deforestación de las cadenas de suministro de aquí a 2020, cuando sólo quedan cinco años, es un objetivo “ambicioso”, pero recuerda que existen numerosos compromisos globales al respecto, como la Declaración de Nueva York sobre los Bosques, que fue respaldada por gobiernos y grandes corporaciones, algo que también se valora en las puntuaciones de esta iniciativa. Además, “algunas empresas e inversores están demostrando que es posible hacer esa transición con plazos rigurosos”, añade.
Si las industrias más importantes se involucran y por parte del gobierno se pone en marcha un marco normativo adecuado, propicio para la producción y el consumo sostenible, tanto empresas como inversores tendrán una mayor presión para unirse a la lucha contra el problema. “El objetivo es eliminar la deforestación de las cadenas de suministro en 2020 y detener la deforestación en su conjunto en 2030”, agrega Rautner.