Uno de los pájaros más llamativos del mundo, el también llamado lori de cocotero, protagonista del #Cienciaalobestia, presenta un plumaje en mosaico de colores rojo, azul ultravioleta, verde y amarillo. Estos parches aparecieron de manera independiente a través del tiempo para cumplir dos objetivos: cortejar y camuflarse.
La coloración de las aves les permite en unos casos camuflarse en su entorno y evitar a los depredadores; y en otros, desarrollar extravagantes estrategias de cortejo en periodos de apareamiento. Pero ¿qué ocurre con los loros arcoíris? Sus vibrantes colores les hacen destacar en la naturaleza, pero no sufren mayor depredación.
“Todas las aves necesitan ser atractivas para las posibles parejas, a la vez que presentan algún tipo de camuflaje contra posibles depredadores”, explica Brian Tilston Smith, científico asociado en el departamento de Ornitología del Museo Americano de Historia Natural y uno de los coautores del nuevo estudio, publicado en la revista BMC Evolutionary Biology.
En el caso de este loro, también conocido como lori de cocotero (Trichoglossus haematodus) y que habita las selvas lluviosas de Nueva Guinea, Indonesia, Nueva Caledonia e Islas Salomón, entre otros archipiélagos, destaca un plumaje parcheado por colores tan dispares entre sí como el rojo, el amarillo, el azul ultravioleta (solo visible por ciertas aves), el negro y el verde, este último predominante en alas y parte dorsal.
Un equipo de científicos ha querido entender cómo es posible que los colores estén tan diferenciados y compartimentados en la cara, la cabeza, el pecho y la parte frontal del cuerpo de estos animales, de unos 30 cm de longitud. Por eso, han analizado cómo evolucionó la coloración de uno de los pájaros que más tonalidades combina del mundo.
Los resultados revelan que los parches del plumaje están divididos entre los colores que ayudan al cortejo y los que evitan a los depredadores. La coloración más llamativa de la cabeza y pecho, que permite encontrar más fácilmente pareja de su propia especie, evolucionó rápidamente, según la investigación.
Sin embargo, la tonalidad verde del resto del cuerpo (alas y parte dorsal), que les permite confundirse con la vegetación y esconderse de otras aves depredadoras que cazan desde las alturas, se ha conservado a lo largo de escalas temporales evolutivas largas, recalcan los autores.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores tomaron fotos con luz visible y luz ultravioleta a 98 especímenes históricos de estos pájaros conservados en el museo estadounidense. Como muchas aves pueden ver en el espectro ultravioleta, invisible al ojo humano, los científicos utilizaron un programa especial que traducía el color en “visión de pájaro”.
En total recopilaron datos de 35 parches de plumaje de las aves en la cabeza, espalda, alas, pecho y parte inferior del abdomen. Esos datos de color fueron modelados en el árbol de la vida de los loros para comprobar si los diferentes parches tenían más probabilidades de evolucionar bajo ciertos escenarios.
“Logramos captar variaciones que ni siquiera son visibles para el ojo humano. La idea de que se pueden tomar datos de color de ejemplares de museo, inferir patrones y obtener una mayor comprensión de cómo evolucionaron estas aves es realmente sorprendente”, apunta Jon T. Merwin, asistente de investigación en el museo.
El equipo identificó así tres grupos de plumaje que han evolucionado juntas a lo largo del tiempo: la cara y la cabeza; la espalda y las alas; y la región del pecho y la parte inferior del abdomen. Esta evolución en mosaico, donde los rasgos evolucionan independientemente de los demás, explican la extraordinaria diversificación de colores del plumaje de los loros arcoíris.
Referencia:
Jon T. Merwin et al. “Macroevolutionary bursts and constraints generate a rainbow in a clade of tropical birds” BMC Evolutionary Biology 24 de febrero de 2020