Un equipo de científicos de la Universidad de Valencia ha reconstruido la forma del cuerpo de un pez extinto a partir de sus fósiles, basándose en la morfología y locomoción de tiburones actuales. El hallazgo revela que dentro de los peces que nadan de forma continua y activa, los animales más grandes necesitan colas o aletas caudales proporcionalmente más amplias debido a la necesidad de compensar su pérdida de flotabilidad, como le ocurría a Dunkleosteus terrelli, el placodermo carnívoro de mayor tamaño descrito hasta el momento.
El equipo de investigación EVER (Early Vertebrate Evolution Research-lab) de la Universidad de Valencia, formado por los paleontólogos Humberto Ferrón, Carlos Martínez y Héctor Botella, ha analizado los fósiles de un pez extinto perteneciente al grupo de los placodermos (Dunkleosteus terrelli) y ha podido reconstruir la forma del cuerpo de este animal. La investigación ha sido publicada en la revista PeerJ.
El trabajo de este equipo de la Facultad de Ciencias Biológicas y del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva (ICBiBE) se ha centrado en establecer la relación entre la morfología corporal de tiburones actuales y su locomoción para poder realizar comparaciones y entender la forma corporal de especies de peces extintos. El hallazgo ha sido que, dentro del grupo de tiburones que nadan de forma continua y activa, las especies más grandes necesitan colas (o aletas caudales) proporcionalmente más amplias.
"Este fenómeno es debido a la necesidad de compensar una pérdida de flotabilidad que se da en los individuos más grandes, dado que la frecuencia con la que baten sus colas decrece con el tamaño", explica Humberto Ferrón, investigador del departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Biológicas.
Además, asegura que este hecho explica que las especies más grandes de tiburones, como el conocido tiburón blanco (Carcharodon carcharias), tengan colas muy amplias en forma de media luna. De hecho, esto ha sido documentado ya con anterioridad en otros grupos no emparentados con los tiburones, como los delfines o los atunes, o incluso en grupos ya extintos de reptiles marinos como los ictiosauros.
La investigación muestra que Dunkleosteus terrelli debía presentar una aleta caudal mucho más amplia de lo que se había especulado hasta el momento, más consistente con los principios físicos que gobiernan la locomoción de animales acuáticos. “Esta idea está de acuerdo con el reciente descubrimiento de una estructura de los tiburones denominada ceratotrichia en fósiles de placodermos, que constituye el tejido responsable de ampliar y dar forma a las aletas más allá de los propios elementos del esqueleto”, señala el experto.
Sobre los placodermos
Según Humberto Ferrón, los placodermos fueron los primeros vertebrados en adquirir mandíbula y habitaron los mares y ríos de todo el mundo durante los periodos Silúrico y Devónico (hace entre 440 y 360 millones de años). Fueron peces con una coraza de hueso que cubría la parte más anterior del cuerpo (cabeza y tórax), mientras que el resto del tronco y la cola estaban generalmente cubiertos con pequeñas escamas y su esqueleto era de naturaleza cartilaginosa.
Como consecuencia, en muchos casos, los únicos restos de placodermos que han quedado preservados en el registro fósil son las placas óseas de la cabeza, hecho por el cual la forma del cuerpo es desconocida en la mayoría de las especies descubiertas hasta ahora.
Dunkleosteus terrelli, el placodermo carnívoro de mayor tamaño descrito hasta el momento, no es una excepción. La mayoría de las reconstrucciones clásicas de esta especie han sido puramente especulativas. No obstante, unas pocas se han basado en el aspecto de placodermos más pequeños donde sí se conocen algunos restos de la cola y otras partes corporales.
Referencia bibliográfica:
Ferrón, H. G., Martínez-Pérez, C., & Botella, H. (2017). "Ecomorphological inferences in early vertebrates: reconstructing Dunkleosteus terrelli (Arthrodira, Placodermi) caudal fin from palaeoecological data" PeerJ, 5, e4081. DOI: 10.7717/peerj.4081 https://peerj.com/articles/4081/
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