Un aligátor captura en las costas de Florida a un tiburón nodriza y lo engulle sin pestañear. A pesar de las diferencias entre el agua salada y la dulce, no se trata de una escena de una película de ciencia ficción, sino de una de las pocas observaciones científicas que se han realizado sobre las interacciones entre estos dos depredadores, protagonistas ahora de nuestro #Cienciaalobestia.
En agosto de 2003, un miembro del equipo de los Servicios de Pesca y Vida Salvaje de EE UU observó y fotografió a un aligátor americano (Alligator mississippiensis) de unos 2,5 metros capturando y devorando a un tiburón nodriza (Ginglymostoma cirratum) de un metro en un parque natural en Sanibel, al suroeste de Florida.
Pero no fue la única vez que los expertos detectaron este tipo de interacciones en estas costas. En septiembre de 2006, un naturalista que observaba a las aves sorprendió y fotografió a un aligátor americano de unos tres metros de longitud cuando cazaba a un tiburón cabeza de pala (Sphyrna tiburo), de la familia de los tiburones martillo, al noroeste del estado americano.
Las interacciones entre estos dos animales no son nuevas. Cocodrilos y tiburones han compartido áreas de alimentación desde hace 80 millones de años, cuando aparecieron los primeros ejemplares de grandes saurópsidos de la orden de Crocodylia. El registro fósil es prueba de ello.
Ahora, un nuevo estudio, publicado en la revista Southeastern Naturalist, recopila varios casos de encuentros entre estos reptiles y peces. En total, los científicos han visto cómo los aligátores consumían tres especies tiburón –el tiburón nodriza, el tiburón cabeza de pala y el tiburón limón (Negaprion brevirostris)– y una de raya látigo (Dasyatis sabina).
“Hasta ahora solo se habían producido algunas observaciones en una isla en la costa de Georgia, pero los nuevos hallazgos muestran la ocurrencia de estas interacciones desde la costa atlántica de Georgia, alrededor de la península de Florida, hasta la costa del Golfo y el noroeste de Florida”, recalca James Nifong, de la Kansas Cooperative Fish and Wildlife Research Unit de la Universidad del Estado de Kansas (EE UU).
Para el científico, uno de los datos más sorprendentes fue el amplio rango en el que se produjeron estos encuentros separados por hasta 1.300 km. “En la actualidad, gran parte de la costa está desarrollada y los caimanes prefieren vivir en áreas naturales, por lo que hay menos oportunidades de detectar estos comportamientos”, señala a Sinc Nifong.
Un aligátor captura una raya látigo en la costa sureste de Florida. / Russell H. Lowers
Pocos estudios se han basado en el análisis de la dieta de los cocodrilos que viven en estuarios usando el contenido del estómago. “El líquido gástrico del cocodrilo es muy fuerte y digiere presas de cuerpo blando en menos de 24 horas. A menos que la cabeza se consuma, los tiburones y las rayas son todo cartílago, músculo y órganos, es decir, tejidos que se digieren rápidamente”, añade el investigador.
El equipo de científicos bombeó los estómagos de más de 500 aligátores vivos para descubrir su dieta. También los equiparon con transmisores GPS para observar sus movimientos, y es así como pudieron comprobar que viajan entre diversos ambientes y estuarios.
Compartiendo el mismo hábitat
A pesar de las diferencias en el agua dulce y la salada, es bastante común que los tiburones y las rayas compartan hábitat con los caimanes. Al contrario de los cocodrilos y los gaviales, que han modificado las glándulas salivales para excretar el exceso de sal de sus cuerpos, a los aligátores y caimanes no les funcionan, pero se adaptan para moverse entre los dos hábitats.
“Los caimanes buscan agua dulce en ambientes de alta salinidad”, dice Nifong. “Cuando llueve mucho, en realidad pueden tomar agua fresca de la superficie del agua salada para prolongar el tiempo que pueden permanecer en un ambiente de agua salada”, indica el experto, para quien los caimanes se convierten en depredadores oportunistas e incluyen a los tiburones en su menú.
Pero los escualos también han tenido su particular “desquite”, según recogen los documentos históricos y recortes de periódicos desde finales de 1800 a los que han tenido acceso los científicos. Uno en particular cuenta que tras las fuertes lluvias, unos caimanes fueron desplazados de sus entornos habituales y acabaron en aguas de tiburones y fueron devorados en Manzanilla, México.
Más recientemente, se ha encontrado un tiburón tigre de tres metros de longitud cerca de la costa de Indonesia con un cocodrilo de estuario de unos dos metros en su estómago. En las costas de Durban, en Sudáfrica, en el interior de otro tiburón tigre de cuatro metros se ha hallado la cabeza y las partes superiores del cuerpo de un cocodrilo del Nilo.
Referencia bibliográfica:
James C. Nifong y Russell H. Lowers. “Reciprocal Intraguild Predation between Alligator mississippiensis (American Alligator) and Elasmobranchii in the Southeastern United States” Southeastern Naturalist 16(3): 383-396 (2017)