Investigadores del Instituto de Oncología Vall d’Hebron han conseguido eliminar tumores pulmonares en modelos animales inhibiendo la proteína Myc, clave en el desarrollo de múltiples tumores. El estudio confirma la no aparición de efectos secundarios tras administrar tratamientos repetidos y a largo plazo y, lo más importante, ha demostrado que no aparecen resistencias al tratamiento, una de las grandes preocupaciones en los tratamientos antitumorales.
Una nueva investigación, liderada por el Instituto de Oncología Vall d’Hebron (VHIO), revela la posibilidad de eliminar tumores pulmonares en modelos animales inhibiendo la proteína Myc, clave en el desarrollo de múltiples tumores.
Esta proteína, implicada en procesos de proliferación, diferenciación celular y apoptosis, actúa como un gen regulador que controla la expresión de hasta el 15% de los genes humanos. Sin embargo, desajustes en esta proteína producen una proliferación celular descontrolada, lo que puede originar la aparición de cáncer en diferentes tejidos.
El trabajo, dirigido por Laura Soucek y publicado en la revista Genes & Development, demuestra que es posible controlar e inhibir a Myc mediante un mutante llamado Omomyc que secuestra a esta proteína y no la deja actuar.
“Aunque identifiquemos claramente un mecanismo causante del desarrollo de un tumor, encontrar cómo intervenir en la maquinaria interna de las células o en procesos genéticos es altamente complejo”, explica Soucek. “Hemos incorporado mediante terapia génica a Omomyc en nuestros ratones y logramos activarlo y desactivarlo gracias al uso de un antibiótico que administramos a los ratones a través del agua”.
El estudio ha tratado ratones con múltiples tumores pulmonares (hasta 200 tumores en cada individuo) con inhibición de Myc mediante la activación de Omomyc, durante cuatro semanas, seguidas de cuatro semanas de descanso. Esta terapia, llamada metronómica, se llevó a cabo durante más de un año, controlando periódicamente la evolución de los tumores en los individuos tratados.
Los autores observaron que tras el primer periodo de inhibición remitieron todos los tumores, pero volvieron a aparecer el 63% de ellos. Sin embargo, tras el segundo periodo de inhibición de Myc, sólo reaparecieron el 11% de los tumores iniciales.
Según Soucek, “lo más importante es que no aparecieron señales de resistencia al tratamiento, ya que es uno de los principales inconvenientes de muchas terapias antitumorales, en las que la enfermedad desarrolla resistencias y reaparece incluso de forma más agresiva”.
Los resultados destacan que en los ratones que fueron tratados con ocho episodios de inhibición y descanso, después de más de un año de tratamiento, sólo se detectaron dos tumores, en los cuales se observó que había sido suprimida la expresión de Omomyc, como único mecanismo adaptativo desarrollado por los organismos ante el tratamiento.
“Estos resultados son extraordinariamente positivos, pues un año de vida de un ratón equivale a casi 40 años de nuestra vida. El hecho de que el hallazgo se mantenga en el tiempo, que no haya recaídas del tumor y que no aparezcan resistencias hace pensar que podemos estar delante de una vía terapéutica sin precedentes”, afirma la experta.
Un estudio lleno de sorpresas
Estudios anteriores de Soucek ya habían demostrado la capacidad de detener procesos tumorales mediante la inhibición de la proteína Myc, lo que la convertía en una interesante diana terapéutica para futuros desarrollos farmacológicos. Sin embargo, debido al importante papel regulador de la proteína, se temía que los tratamientos a largo plazo causaran incontrolables efectos secundarios, como atrofia de tejidos epiteliales o de la médula ósea.
También se desconocía la posible aparición de resistencias, como ocurre en muchos otros tratamientos similares. Los resultados del nuevo estudio confirman que tras múltiples aplicaciones periódicas del inhibidor de Myc –Omomyc–, los tumores no desarrollan resistencias y los efectos secundarios que aparecen son leves y totalmente reversibles, llegándose a erradicar prácticamente todos los tumores iniciales, incluso en procesos cancerosos avanzados.
“Para asegurarnos de la inexistencia de resistencias nos planteamos el peor escenario posible”, explica Soucek, “evaluar el efecto de la inhibición de Myc cuando suprimimos la proteína p53, reguladora del ciclo celular, pues sin p53 el tumor puede acumular multitud de mutaciones. Si alguna mutación tuviera que aparecer y conseguir resistir a la inhibición de Myc, hubiera aparecido en ausencia de p53. Ahora hemos demostrado que la inhibición de Myc no sólo detiene tumores pulmonares indefinidamente, sino que también lleva a su erradicación progresiva, con un tratamiento de larga duración sin efectos secundarios ni resistencias”, apunta Soucek.
Estos esperanzadores resultados ofrecen suficiente evidencia científica para plantear el paso de la inhibición de Myc en pacientes. “Ahora nuestro reto para el futuro es conseguir una forma de inhibir Myc que sea viable desde el punto de vista farmacológico, que se pueda administrar y que sea segura. Será el paso previo al diseño de ensayos clínicos con inhibidores de la proteína”, concluye Soucek. “Estoy totalmente convencida de que esto cambiará el curso de la terapia contra el cáncer, aunque todavía queda camino por recorrer.”
Solo para medios:
Si eres periodista y quieres el contacto con los investigadores, regístrate en SINC como periodista.