Dos estudios recientes refuerzan la evidencia sobre los efectos adversos de los ultraprocesados en la salud: cada 100 gramos diarios de más aumentan el riesgo de hipertensión, cáncer y mortalidad. Y consumir más de 11 porciones diarias está vinculado a señales precoces de párkinson.
Comer alimentos ultraprocesados como refrescos azucarados, galletas envasadas o cereales industriales de desayuno, podría acelerar la aparición de enfermedades crónicas graves, según dos nuevos estudios presentados esta semana, respectivamente, en uno de los congresos de cardiología más importantes del mundo y la revista Neurology.
En un primer trabajo, que se dará a conocer el próximo fin de semana durante el congreso anual del American College of Cardiology y la Singapore Cardiac Society, celebrado este año en el país asiático, los investigadores han analizado 41 estudios prospectivos realizados en más de 8,2 millones de personas en todo el mundo. Sus hallazgos concluyen que 100 gramos diarios adicionales de alimentos ultraprocesados se asocian con un aumento del 14,5 % en el riesgo de hipertensión, un 5,9 % en eventos cardiovasculares, un 1,2 % en cáncer, un 19,5 % en enfermedades digestivas y un 2,6 % en mortalidad por cualquier causa. También observaron vínculos con obesidad, diabetes tipo 2, depresión y ansiedad.
Los ultraprocesados, como su propio nombre sugiere, son productos industriales con múltiples etapas de procesamiento, bajos en nutrientes y ricos en azúcares, grasas saturadas, sal y aditivos. "El consumo habitual de estos alimentos puede alterar el microbioma intestinal, promover la inflamación crónica, el estrés oxidativo y la resistencia a la insulina", señala Xiao Liu, cardiólogo del Hospital Sun Yat-sen de Guangzhou (China) y uno de los autores del estudio.
Un segundo trabajo, publicado esta semana en Neurology, ha encontrado que el consumo elevado de ultraprocesados también podría estar relacionado con una mayor probabilidad de manifestar signos precoces del párkinson. Estos síntomas iniciales —como trastornos del sueño, problemas olfativos, somnolencia diurna, dolor corporal o depresión— pueden aparecer años o incluso décadas antes de que se diagnostique la enfermedad.
La investigación incluyó a 42 853 personas sin párkinson al inicio del estudio, con un seguimiento de hasta 26 años. Quienes consumían 11 o más porciones diarias de ultraprocesados (equivalente, por ejemplo, a una lata de refresco, una salchicha o una cucharada de kétchup por porción) tenían una probabilidad 2,5 veces mayor de presentar al menos tres síntomas prodrómicos del párkinson, en comparación con quienes comían menos de tres porciones diarias.
Nuestro estudio no prueba causalidad, pero sí muestra una asociación preocupante
"Elegir alimentos menos procesados y más naturales podría ser una buena estrategia para proteger la salud cerebral", destacó Xiang Gao, investigador principal de este segundo trabajo y profesor en el Instituto de Nutrición de la Universidad Fudan en Shanghái. "Nuestro estudio no prueba causalidad, pero sí muestra una asociación preocupante que debe investigarse más a fondo".
Ambos estudios recomiendan políticas públicas más estrictas de etiquetado y transparencia en la industria alimentaria, así como intervenciones clínicas que ayuden a las personas a reducir progresivamente su consumo de ultraprocesados y a adoptar dietas más saludables, como la mediterránea.
Referencias:
Peilu Wang et al.: Long-Term Consumption of Ultraprocessed Foods and Prodromal Features of Parkinson Disease. Neurology (2025)
ACC Asia 2025 Together With SCS 36th Annual Scientific Meeting