Siempre se había pensado que la tortuga boba llegó al Mediterráneo desde América del Norte y el Caribe después de la última glaciación. Todo apunta, sin embargo, a que esta especie marina colonizó el Mediterráneo hace entre 20.000 y 200.000 años y, por tanto, antes del último máximo glacial, según revelan nuevos trabajos científicos en los que participan la Universidad de Barcelona.
La tortuga boba (Caretta caretta) se encuentra amenazada a escala mundial y es la más abundante en el Mediterráneo. Las principales playas de anidación se encuentran en Japón, Omán, Australia, el Caribe, la costa este de Norteamérica, Cabo Verde y el Mediterráneo oriental (en especial, en Grecia, Turquía, Chipre y Libia). En las aguas peninsulares, se encuentran tortugas procedentes tanto del Atlántico como del Mediterráneo oriental.
Hace unos cinco millones de años, la distribución de la tortuga boba era global en el Atlántico y el Pacífico, hasta que la elevación del istmo de Panamá dividió la población en dos grupos (uno en cada océano). Tal como explica Lluís Cardona, coautor de un estudio sobre dicha especie e investigador del Departamento de Biología Animal y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona: "Actualmente, las áreas de nidificación más importantes de esta especie en el Atlántico se encuentran en Brasil, Cabo Verde, Norteamérica y el Caribe, pero no se conocía bien su relación histórica con la cuenca mediterránea".
"Este proceso de colonización del Mediterráneo –añade Cardona– es anterior a lo que se pensaba y tuvo lugar antes de la última glaciación. Como conclusión destacada, esto indica que las tortugas han sobrevivido, como mínimo, a una fase glacial en el Mediterráneo, buscando refugio en los entornos más cálidos de aquella época: en las costas de Libia, Grecia y Turquía".
En realidad, la tortuga boba colonizó el Mediterráneo en dos etapas independientes como mínimo. La primera fase (hace unos 50.000 a 200.000 años) la llevó a colonizar el Mediterráneo oriental, y la segunda fase, mucho más reciente (después de la última glaciación), le permitió colonizar el sur de Italia, en concreto Calabria. "Estos resultados son sorprendentes y nos indican que la tortuga boba tiene una destacada capacidad de expansión como especie marina", apunta el científico.
También en el Atlántico hubo una segunda colonización, a partir del núcleo de tortugas del Indo-Pacífico. Este proceso seguiría un curioso itinerario en zigzag, desde Sudáfrica hasta Brasil, Cabo Verde, el Caribe y el este de Norteamérica, según la distribución de las corrientes oceánicas y la temperatura del agua. En Brasil, por ejemplo, solo hay tortugas bobas originarias de esta segunda ola de colonización; mientras que en las islas de Cabo Verde, el Caribe y América del Norte ya se encuentra una mezcla de tortugas de los dos linajes.
Cuando las tortugas no vuelven a la playa de origen
La tortuga boba hace largas migraciones y vuelve a las playas donde nació para hacer la puesta de huevos (comportamiento filopátrico). Ahora bien, los nuevos trabajos confirman que no todas las hembras vuelven a nidificar en el lugar donde han nacido, y que la colonización de zonas nuevas es un proceso relativamente frecuente. "La filopatría no es tan perfecta como se pensaba inicialmente: hay ejemplares que no vuelven a la zona de nidificación, y lo que hacen es colonizar nuevas áreas. Todo esto nos da pistas sobre los mecanismos de colonización de nuevas áreas en respuesta a cambios ambientales", afirma Cardona.
El nuevo escenario global de la dispersión de este quelonio en aguas del Atlántico y el Mediterráneo se ha elaborado aplicando técnicas de alta resolución de estudio de fragmentos del ADN mitocondrial y gracias a la suma de esfuerzos de varios equipos de todo el mundo que trabajan sobre diferentes áreas geográficas de distribución. Mediante la elaboración de bases de datos sobre las zonas de nidificación, ahora los expertos pueden averiguar cuál es el origen de las tortugas que hay en las áreas marinas de alimentación.
"Desde la perspectiva de la conservación, esta información es clave para calcular mejor cuál es el impacto de la actividad humana sobre poblaciones concretas, como en el caso de la captura accidental por pesca de palangre. Sabemos, por ejemplo, que la pesca de palangre en el Mediterráneo occidental afecta sobre todo a las tortugas originarias del continente americano, y a las tortugas mediterráneas nacidas en las costas de Libia", concluye el investigador.
Referencia bibliográfica:
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Marcel Clusa, Carlos Carreras, Marta Pascual, Stephen J. Gaughran, Susanna Piovano, Cristina Giacoma, Gloria Fernández, Yaniv Levy, Jesús Tomás, Juan Antonio Raga, Fulvio Maffucci, Sandra Hochscheid, Àlex Aguilar, Lluís Cardona. "Fine-scale distribution of juvenile Atlantic and Mediterranean loggerhead turtles (Caretta caretta) in the Mediterranean Sea". Marine Biology, marzo de 2014. Doi: 10.1007/s00227-013-2353-y
Marcel Clusa, Carlos Carreras, Marta Pascual, Andreas Demetropoulos, Dimitris Margaritoulis, Alan F. Rees, Abdulmaula A. Hamza, Mona Khalil, Monica Aureggi, Yaniv Levy, Ogüz Türkozan, Adolfo Marco, Alex Aguilar, Luis Cardona. "Mitochondrial DNA reveals Pleistocenic colonisation of the Mediterranean by loggerhead turtles (Caretta caretta)".Journal of Experimental Marine Biology and Ecology, enero de 2013. Doi: 10.1016/j.jembe.2012.10.011