Los detectores del Instrumento de Alta Frecuencia del satélite Planck de la Agencia Espacial Europea (ESA) han alcanzado una temperatura de -273° C, convirtiendo a este objeto en el más frío del espacio, según informa la ESA en un comunicado. El satélite acaba de alcanzar su órbita definitiva en el segundo punto de Lagrange (L2), una región de estabilidad gravitacional del sistema Sol-Tierra.
La noche del pasado jueves los detectores del Instrumento de Alta Frecuencia de la nave Planck de la ESA alcanzaron su extraordinariamente baja temperatura de funcionamiento de -273°C, lo que convierte al satélite en el objeto conocido más frío del espacio.
Las bajas temperaturas alcanzadas son necesarias para que los detectores de Planck puedan estudiar y medir la temperatura del Fondo Cósmico en Microondas (CMB, por sus siglas en inglés), la primera luz emitida por el universo tan solo 380.000 años después de la explosión del Big Bang.
Los instrumentos del satélite buscarán variaciones en la temperatura del CMB del orden de la millonésima parte de un grado, similar a detectar desde la Tierra “el calor generado por un conejo sentado en la Luna”, según señala la nota de la ESA. Este es el motivo por el que los detectores se deben enfriar a temperaturas cercanas al cero absoluto (-273.15° C ó 0º K, cero Kelvin).
Coincidiendo con este enfriamiento, el satélite también acaba de alcanzar su órbita definitiva entorno al segundo punto de Lagrange del sistema Sol-Tierra, conocido como L2. El Equipo de Control de la Misión Planck ha llevado a cabo esta crítica maniobra, y en los próximos días se realizará un ‘ajuste fino’ para dejar al satélite perfectamente situado en la trayectoria definitiva.
La maniobra se ha diseñado para cambiar la velocidad del satélite “en 211,6 km/hora, finalizando con una velocidad de 1.010 km/hora respecto al suelo. El satélite Planck, acompañando a la Tierra y al punto virtual L2, estará orbitando entorno al Sol a una velocidad de 106.254 km/hora (29,5 km/segundo). La nave comenzará a cartografiar el cielo a mediados del mes de agosto.
Por fin sabemos de dónde obtienen los agujeros negros sus campos magnéticos: de las estrellas progenitoras que colapsan en estos espacios completamente desprovistos de materia. Para los autores, este hallazgo puede cambiar nuestra percepción de los sistemas estelares y su evolución.
Si bien los astrónomos ya habían capturado alrededor de dos docenas de imágenes ampliadas de este tipo de estrellas, es la primera vez que llegan a observar una de ellas en detalle.
