En las aves oceánicas de larga vida, la persistencia de los anticuerpos de origen materno en los polluelos es un mecanismo fundamental para la supervivencia de las poblaciones juveniles frente a las enfermedades infecciosas. Así lo indica un nuevo estudio, liderado por expertos de la Universidad de Barcelona (UB), que muestra por primera vez las características de la respuesta inmune en aves oceánicas y su valor para la conservación de especies amenazadas.
Una nueva investigación, basada en la respuesta inmunitaria en poblaciones de pardela cenicienta (Calonectris diomedea) ante la enfermedad de Newcastle, una patología de origen vírico perjudicial para los polluelos y para la que hay vacunas disponibles, puede aplicarse en la protección de aves amenazadas por un brote infeccioso.
El trabajo, liderado por Jacob González-Solís y Raúl Ramos, del Departamento de Biología Animal de la UB y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio) y publicado en la revista Proceedings of the Royal Society, compara esta población con los casos de la gaviota tridáctila (Rissa tridactylay de la codorniz (Coturnix coturnix).
"Es el primer trabajo que estudia la transferencia maternal de inmunoglobulinas en aves de larga esperanza de vida. Las inmunoglobulinas se transfieren a través de la yema del huevo, de manera que ayudan a proteger a los polluelos de los patógenos que infectan a la población. Es un proceso muy similar a la transferencia de anticuerpos a través de la placenta durante la gestación en el caso de los mamíferos", explica González-Solís.
Los expertos han comparado la respuesta inmunitaria de los polluelos que procedían de hembras vacunadas en relación con hembras que no lo habían sido. Los científicos se han sorprendido de la larga vida media que tienen los anticuerpos en polluelos de pardela cenicienta de hembras previamente vacunadas. En el caso de la codorniz o la gaviota tridáctila, la vida media es de cinco días.
En contraste, en los polluelos de la pardela, "la vida media de las inmunoglobulinas es de 25 días. Eso quiere decir que, 40 días después, los anticuerpos todavía aportan cobertura inmunitaria y mejoran la supervivencia de las crías ante los brotes infecciosos", señala González-Solís. Lo que los expertos no entienden todavía es "el mecanismo que permite esta extraordinaria persistencia de los anticuerpos durante tantos días", apunta el investigador de la UB.
Una estrategia al límite de la supervivencia
La pardela cenicienta es, como el albatros, un caso extremo en el compromiso entre calidad y cantidad de descendientes: es una especie muy longeva, que retrasa su madurez sexual hasta los siete años, tiene una tasa de reproducción muy baja, una fuerte inversión en cuidado parental y una gran supervivencia en la etapa adulta. Puesto que su hábitat de cría natural son las islas oceánicas, a grandes distancias del continente, estas aves no están expuestas a la acción de depredadores. "Ahora bien, un brote infeccioso en una colonia de aves oceánicas podría tener efectos devastadores", remarca González-Solís.
"Sin la presión selectiva de la depredación —continúa—, el tiempo de cría puede ser más largo y los polluelos pueden dotarse de un sistema inmune más robusto. En este escenario evolutivo, la transferencia materna de anticuerpos debe ser más efectiva y permanente en el tiempo para proteger a los polluelos durante el periodo de crecimiento, y eso es lo que confirma nuestro trabajo de investigación".
Los resultados indican que, en el caso de un brote epidémico, sería más eficiente proteger a la población vacunando a las madres y no a los polluelos, una estrategia que ahorraría a las crías tener que forzar una respuesta inmunitaria cuando tienen pocos días de vida.
Albatros: unas especies también en peligro
Como todo pájaro colonial, los albatros, unas aves marinas que también anidan en islas oceánicas, son muy vulnerables a posibles brotes epidémicos. Mediante una modelización demográfica, los autores del trabajo también analizan los efectos de la vacunación en dos especies de albatros amenazadas ante un posible brote: el albatros de Amsterdam (Diomedea amsterdamensis) y el albatros clororrinco (Thalassarche chlororhynchos).
En estas especies de larga vida —que también cuidan de las crías durante un periodo prolongado—, la principal causa de mortalidad es el cólera aviar, una enfermedad infecciosa causada por el patógeno Pasteurella multocida, una bacteria que provoca infecciones del sistema respiratorio y del esquelético. Según los autores, en el caso de un brote epidémico de origen vírico, la vacunación de hembras adultas podría ser un factor clave para estabilizar a la población de albatros y facilitar la recuperación demográfica de la colonia en su hábitat natural.
Referencia bibliográfica:
Garnier, R.; Ramos, R.; Staszewski, V.; Militão, V.; Lobato, E.; González-Solís, J.; Boulinier, T. «Maternal antibody persistence. A neglected life-history trait with implications from albatross conservation to comparative immunology». Proceedings of the Royal Society, diciembre de 2011, doi: 10.1098/rspb.2011.2277.