Los procesos biológicos de hombres y mujeres se expresan de forma distinta en función de los factores ambientales, por lo que es prácticamente imposible que ambos se encuentren en igualdad de condiciones. El asumido papel reproductor de las mujeres ha sido el argumento básico sobre el que se han establecido las relaciones de poder entre hombres y mujeres, con subordinación de las segundas, lo que genera muchas enfermedades en este sector de población. Éstas y otras conclusiones se han puesto sobre la mesa del I Ciclo de Mujer y Saud que ha organizado la Fundación de Ciencias de la Salud (FCS) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).
Las mujeres se autoperciben con peor salud que los hombres y duermen menos horas. Son factores que la comunidad científica relaciona con el empeoramiento de la salud mental de las mujeres. Aunque las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de mortalidad entre mujeres, los trastornos mentales y del comportamiento ocupan el segundo lugar, por delante de las enfermedades de la piel y del tejido subcutáneo.
“Las mujeres tienen mayor ecoestabilidad (son menos sensibles a los cambios del entorno) que los hombres, lo que se debe fundamentalmente al papel reproductor de las primeras dentro de la sociedad”, apuntó Cristina Bernis, catedrática de Antropología Física y directora del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid, durante la conferencia de apertura del ciclo “Salud y mujer: una perspectiva integral”, organizado por la FCS y la FECYT.
Durante el encuentro, que ha tenido lugar en el Instituto Internacional, la experta ha explicado que “los procesos biológicos de hombres y mujeres se expresan de forma distinta en función de los factores ambientales”, por lo que es prácticamente imposible que ambos se encuentren en igualdad de condiciones. No obstante, si así fuera, “los primeros estarían en desventaja biológica, mientras que las segundas lo estarían en salud mental, resultado esto último de factores culturales relacionados con el género”.
No obstante, “los hombres también ven aumentado el riesgo para su salud por factores de género tales como el estrés, al que están sometidos en determinados ambientes, o los comportamientos de riesgo, relacionados con la conducción, la ingesta de alcohol y el consumo de tabaco, por ejemplo, aunque estadísticas recientes referidas a adolescentes muestran un ascenso considerable de estos hábitos entre las chicas más jóvenes”, explicó la experta.
Para Bernis, "el papel reproductor de las mujeres ha sido el argumento básico sobre el que se han establecido las relaciones de poder entre ellas y los hombres, con subordinación del género femenino”. Esto genera muchas enfermedades en este sector de población: los trastornos mentales y del comportamiento constituyen el problema de salud más frecuente, seguidos de las patologías osteomusculares, los desórdenes nutricionales y el cáncer de pulmón, según los datos presentados por la Prof. Bernis.
En general, las mujeres se autoperciben con peor salud que los hombres, y también duermen menos horas. “La insuficiencia de sueño, sumada frecuentemente a dobles jornadas, responsabilidades familiares con menores, ancianos y/o discapacitados, trabajos precarios y malas situaciones económicas, contribuye a empeorar dicha percepción, así como al incremento de la morbimortalidad en este sector de población.
Aunque las dolencias cardiovasculares constituyen la principal causa de mortalidad femenina, los trastornos mentales y del comportamiento ocupan un no menos destacado segundo lugar, por delante de las patologías de la piel y del tejido subcutáneo. En el caso de los hombres, los tumores ocupan la primera posición, seguidos de los accidentes y de las enfermedades infecciosas.
Por otro lado, Bernis hizo referencia a dos de los principales problemas sociales asociados a la salud sexual y reproductora de la mujer: los abortos voluntarios y la violencia de género. “El incremento continuado de los primeros indica que está fallando el control de la fertilidad de manera importante, constituyendo uno de los más importantes retos que tienen las autoridades sanitarias” en el momento actual. Por su parte, la segunda cuestión “depende más de la relación de poder entre hombres y mujeres, y requiere una profunda transformación social en los sistemas de valores respecto a ambos sexos, sobre la que fructifiquen los esfuerzos realizados a través de los planes de igualdad y el desarrollo de una legislación progresista”.
Cuatro ponencias para el debate
La conferencia titulada Salud y género en un contexto ecológico fue presentada por Diego Gracia, presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud, y Eulalia Pérez Sedeño, directora general de la FECYT, y ha sido la primera de cuatro conferencias que profundizarán en las diferencias que existen en la salud entre mujeres y hombres. El ciclo pretende dar una perspectiva integral, analizar el punto de vista biológico y ahondar en las desigualdades que se producen por otros factores ligados al género, una construcción cultural y social en continuo cambio.
El 14 de febrero se tratará el punto de vista de la política sanitaria en la conferencia Transversalidad de género en las políticas de la salud, a cargo de Concha Colomer, directora del Observatorio de la Mujer. La tercera sesión estará dedicada a la Historia de la Medicina: Las mujeres y las actividades sanitarias en la historia europea, con la intervención de Teresa Ortiz, catedrática de Historia de la Ciencia. El ciclo se cerrará el 6 de marzo con la intervención de Flora de Pablo, directora del Instituto de Salud Carlos III, que pronunciará la conferencia Investigación Biomédica en el Siglo XXI: desde la política científica al género.