El catedrático José Abel Flores, del Grupo de Geociencias Oceánicas de la Universidad de Salamanca, protagoniza la programación de la Semana Verde de la Universidad de Salamanca al ofrecer una conferencia sobre la influencia de los océanos en el clima, tras la que se han proyectado los dos programas de Al filo de lo imposible emitidos recientemente por Televisión Española en los que se recoge las investigaciones que mantiene en el Ártico este grupo salmantino junto con la Universidad de Barcelona.
Los océanos son parte de los mecanismos que producen las variaciones climáticas, entre ellas, el cambio climático actual, en el que interviene el ser humano", ha declarado a DiCYT el experto zamorano momentos antes de iniciar su ponencia en el Edificio Histórico de la Universidad. En su opinión, el océano es "uno de los elementos que nos aportan un registro climático y, en consecuencia, nos ofrecen la posibilidad de ver cómo ha sido el clima y hacia dónde va el clima", asegura.
De hecho, el océano "es el mecanismo más efectivo para repartir energía y, por lo tanto, de determinar el clima en las distintas regiones", indica el investigador. José Abel Flores explica que la fuente energética del planeta es el sol y que sus radiaciones son recogidas en regiones de baja latitud y distribuidas a las regiones polares. "El océano efectúa una labor de transporte que hace homogéneas las temperaturas globales. Si no existiese el océano en combinación con la atmósfera, lo que se conoce como hidrosfera, nuestro planeta sería inhabitable", afirma. Por eso, esencialmente el medio marino se encarga de distribuir la energía de latitudes cálidas a latitudes frías.
"El océano, como hidrosfera, nos proporciona el archivo en el cual tenemos la evidencia de cómo ha sido la variabilidad climática natural", señala este geólogo, que analiza ese archivo gracias al estudio de los sedimentos marinos recogidos a gran profundidad. "Si superponemos esta variabilidad climática natural al efecto que se supone que ejerce el ser humano, obtenemos la única forma de comprobar que los hombres estamos ejerciendo una influencia que no es natural, si es que consideramos que el ser humano no es natural, claro, que eso es otro debate, de carácter filosófico", añade.
"En los registros con los que trabajamos, podemos obtener datos de temperatura y de salinidad, y hay un intento de hacer reconstrucciones sobre el contenido en dióxido de carbono (CO2) histórico en el océano, aunque hay también testigos de hielo en el Ártico que son más fiables", señala Flores. Pero aún más importante es la modificación de la biosfera, de los organismos que viven en la Tierra, asociados a las bandas climáticas de determinados puntos, que indican cómo se han ido moviendo en función de la variabilidad climática, en momentos muy fríos o muy cálidos. "Estos datos los utilizan los científicos para efectuar predicciones de cuáles serían los escenarios de acontecimientos de cambio climático abrupto. Los paleoclimatólogos proponemos modelos de cambio climático basados en el pasado, tenemos la evidencia de que cuando se ha enfriado o calentado la Tierra se ha modificado la pluviosidad y han emigrado o desaparecido determinadas las especies", comenta, "ahora, lo fundamental es colocar estos datos en las predicciones de futuro".
Problemas para hacer Ciencia en el Oceáno
Según José Abel Flores, "el océano tiene muchísimas facetas, nosotros trabajamos en Zoología marina, pero hay Física, Química, interacción con la atmósfera..." En su opinión, "todas las facetas se están acometiendo, pero el problema es trabajar en el propio océano, ya que cuesta muchísimo dinero y esfuerzo, así que los datos que tenemos hasta el momento son parciales, son datos puntuales porque un buque se dirige a un punto y allí recoge datos, por ejemplo, de salinidad, que son muy concretos y, en ocasiones, esta información correlacionable con otro punto, pero no siempre. Hay instrumentos que miden continuamente, pero económicamente es muy difícil acometer este tipo de investigación", declara.