En ámbitos competitivos, como la política y la ciencia, la probabilidad de referirse a un profesional por su apellido es el doble si se trata de un hombre que si es mujer. Una investigación asegura que este sesgo sexista contribuye a asociar lo masculino con el prestigio y la fama.
¿Por qué al expresidente del Gobierno se le llamaba Rajoy y la ex vicepresidenta era Soraya? Tras este trato, muy extendido en entornos políticos y profesionales, hay una alta dosis de sexismo, según confirma un estudio llevado a cabo por investigadores del departamento de Psicología de la Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York). Los resultados se publican en el último número de la revista PNAS.
Tal y como explica a Sinc Stav Atir, investigador de la universidad neoyorkina y primer firmante del trabajo, el objetivo principal de estudio “fue probar si la gente se refiere a profesionales masculinos y femeninos de manera diferente”.
Específicamente –agrega– “queríamos saber si las personas son más propensas a llamar más a los hombres por su apellido en ambientes laborales. Otro de los aspectos que pretendíamos probar es si el uso del apellido o el nombre para referirse a un profesional influye en cómo es percibido dicho individuo”.
El doble de posibilidades
En el trabajo, que ha contado con unos 3.700 participantes, se observó que en ámbitos de gran competitividad, como la ciencia, la literatura y la política, existe el doble de probabilidades de que a los hombres se les llame por su apellido respecto a las mujeres.
“Encontramos que esta simple diferencia de denominación afecta al prestigio que se atribuye a las personas, debido a que los participantes consideraban que los profesionales a los que se hacía referencia mediante el apellido eran más eminentes, famosos, con mayor estatus y acreedores de reconocimiento”.
Por ejemplo, se comprobó que los científicos mencionados por apellido fueron vistos como un 14% más merecedores de un premio de carrera por parte de la National Science Fundation.
La investigación recalca que este sesgo puede contribuir a la brecha de género en el prestigio que se atribuye a unos y a otras. Además –opina el experto– “puede explicar de alguna manera la persistencia en una representación insuficiente de las mujeres en los campos de alto estatus, como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas”.
Referencia bibliográfica:
Stav Atir y Melissa J. Ferguson. “How gender determines the way we speak about professionals”. PNAS (25 de junio, 2018).