Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid invierten toda su ilusión y gran parte de su tiempo en el estudio y posterior clasificación de una familia de gusanos marinos: la familia Syllidae. La más extensa y compleja de los Anélidos Poliquetos.
Dice la letra de una canción de Bob Dylan..”Men gave name to the animals, in the beggining…….long time ago..” (El hombre dio nombre a los animales, en el comienzo…, hace mucho tiempo…). Efectivamente, desde las épocas de nuestra vida de cazadores-recolectores, los seres humanos hemos necesitado dar un nombre a los seres vivos que comparten con nosotros el planeta; entonces bastaba solamente con poder reconocer y comunicar a nuestros semejantes la presencia de posibles presas o depredadores, o bien plantas comestibles o peligrosas por su toxicidad y que debían evitarse.
Sí, el bueno de Bob Dylan tenía razón en la letra de su canción, desde muy antiguo, se ha estado poniendo nombre a los animales (y plantas); sin darse cuenta, el célebre cantautor norteamericano definió en su canción una ciencia, la Taxonomía, una parte de la Zoología y la Botánica, que nombra a los seres vivos, los taxones.
Evidentemente, a nuestros ancestros les bastaba con conocer unas pocas especies, simplemente aquellas que podrían suponer alimento o peligro. Pero son muchísimos los taxones que habitan nuestro planeta, varios millones, y el proceso de su descubrimiento y nominación no ha acabado, es más, pasará muchísimo tiempo hasta que pueda considerarse que se conocen la mayoría de las especies.
Para los que se dedican a esta ciencia apasionante, es habitual encontrar descripciones de nuevas especies e incluso descubrirlas y describirlas ellos mismos. Cada vez que pueden muestrear en una zona del mundo que no había sido prospectada para el estudio del grupo en el que trabajan, saben que sin duda van a descubrir nuevos taxones.
En pocas palabras, los zoólogos y los botánicos tienen ante ellos una labor compleja, comenzando por la más sencilla en apariencia, que es descubrir taxones, estudiar sus relaciones con otros, y luego organizarlos, proponiendo clasificaciones acorde con ello.
En la UAM hay un grupo que hace todo esto, pero centrándose en un grupo animal, los Anélidos Poliquetos, gusanos marinos tremendamente variados y abundantes hasta la exageración en todo tipo de fondos marinos. Este grupo formado actualmente por tres investigadores (Maite Aguado, Eduardo López y Guillermo San Martín), a los que se añaden algunos otros doctorandos, están integrados en el Grupo de Investigación de Biología Marina, dentro del Departamento de Biología.
Existen actualmente algo más de un centenar de diferentes familias, cada una con sus respectivos problemas y dificultades, por lo que este grupo ha decidido centrarse en una de ellas, eso sí, la más extensa y compleja de todas, la familia Syllidae. El Dr. San Martín lleva 30 años estudiando esta familia en todo el mundo y ha descubierto y descrito más de 150 taxones de la misma en todo el mundo, sobre todo en las costas ibéricas, Caribe, Cabo Verde, Canarias, Antártida y Australia; muchos de estos descubrimientos lo han sido en colaboración con los otros dos miembros del equipo.
Hace un par de años, la Dra. Teresa Aguado defendió su tesis doctoral, que consistió precisamente en una contribución a la taxonomía y a la sistemática de esta familia de poliquetos. Estudió colecciones de sílidos de Indonesia, Panamá, Australia, Líbano, y algunos otros lugares, y revisó los ejemplares de géneros poco conocidos, descubriendo varias especies nuevas. Pero lo más importante de su tesis fue el trabajo de sistemática, es decir, la propuesta de una clasificación de la familia tras un estudio detallado de las características que definen cada género y de sus relaciones evolutivas.
Hasta ahora, la clasificación de la familia se había hecho de un modo intuitivo, es decir, se habían propuesto agrupaciones según la experiencia de los investigadores. Sin embargo ahora, por primera vez, se ha hecho un estudio completo de la familia según una metodología cladística, es decir agrupando los distintos taxones por compartir estados derivados de los caracteres, mediante un largo proceso y complejos programas de ordenador.
Los resultados, publicados en Zoologica Scripta, son realmente importantes. Un trabajo de gran trascendencia, puesto que certifica la monofilia (es decir, la validez de un grupo por haber tenido un origen a partir de un antecesor común) de tres subfamilias, la existencia de una nueva subfamilia, y la no monofilia (es decir, que no forma un grupo natural) de otra de las subfamilias anteriormente consideradas.
Además, queda muy claro que la evolución de los taxones de esa familia sigue un patrón relacionado íntimamente con la evolución de los métodos de reproducción de los distintos grupos; esta familia presenta todos los sistemas de reproducción descritos en el reino animal, y otros exclusivos, lo que hace apasionante su estudio.
Pero cualquier avance en ciencia supone poner al descubierto otros nuevos; en primer lugar, no se puede aún responder a la cuestión de cómo se organizan dentro de ese grupo no natural y también hay varios taxones que no se agrupan con ningún otro, los denominados “Incertae Sedis”. Como evidentemente deben estar emparentados con alguien, se concluyen dos puntos. El primero es que aún quedan muchos taxones por descubrir, y segundo, que los datos de los que se disponen son insuficientes y hay que recurrir a más información que la que da el análisis morfológico.
Por tanto, este equipo afronta nuevos retos, y uno de ellos ha sido el aprendizaje de técnicas moleculares que seguro proporcionarán más datos para solucionar estos problemas. La Dra. Aguado, auténtica alma de la investigación, ha pasado los últimos nueve meses en el Museo metropolitano de Nueva York aprendiendo estas técnicas, a la vez que extrayendo los datos bioquímicos de gran cantidad de material procedente sobre todo de una expedición que realizaron el pasado año por las costas del oeste australiano.
Pero no se pueden detener aquí, hay nuevos retos. Han obtenido un proyecto de gran envergadura, en el que se contempla una expedición a Filipinas, otra a Nueva Zelanda y otra a las costas mediterráneas españolas, con varios objetivos. El primero es ampliar el conocimiento de los taxones, pues apenas se sabe nada de lo que habita en esas remotas áreas, y también poder comparar genéticamente supuestas especies cosmopolitas.
En definitiva, esperan seguir profundizando en el conocimiento de esa sorprendente y apasionante familia de poliquetos. Volverán cargados de material que llevará años estudiar, seguro que muchos nuevos taxones, y nuevas expectativas, así como de nuevas ilusiones por continuar.
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