Investigadores de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT, México) han analizado la situación de aislamiento social que padecen los jornaleros indocumentados tamaulipecos que trabajan en EE UU. Las personas entrevistadas en el estudio conviven con el miedo a ser descubiertas por las autoridades migratorias.
“La causa de la migración se encuentra más en la demanda del mundo desarrollado por mano de obra que en el deseo de los habitantes del mundo menos desarrollado por salir de la pobreza”, señala a SINC Simón Pedro Izcara Palacios, autor principal del estudio e investigador de la UAT.
Según la investigación que ha publicado en su edición de verano la Revista Internacional de Sociología (RIS) y que se ha basado en entrevistas personales, los trabajadores rurales tamaulipecos que cruzaron sin documentación a EE UU guardan un recuerdo amargo de la experiencia migratoria. Trabajar en la agricultura estadounidense es definido como “lo más triste que puede haber” y como un sacrificio realizado para sacar adelante a su familia.
Las personas indocumenta das conviven en EE UU con el miedo a ser descubiertas por las autoridades migratorias. “El encierro en los campos de labor es el elemento que mejor ilustra la situación de aislamiento social que sufren los jornaleros tamaulipecos ilegales”, describe Izcara Palacios.
Encerrados en los campos de trabajo
El estudio apunta que muchos empresarios agrarios estadounidenses, con objeto de disponer de mano de obra sumisa y disciplinada, la reclutan directamente en Tamaulipas: “Cuando el patrón financia el tráfico de indocumentados se reduce el riesgo económico de la emigración, sin embargo, esto constituye una situación de mayor atadura a los patrones, quienes ofrecen salarios muy reducidos”.
“Los trabajadores, especialmente las mujeres, se sienten agradecidos y comprometidos a trabajar para el patrón que les facilitó la entrada en el país, de modo que pueden padecer durante años una situación de servidumbre”, denuncia Palacios.
Para el sociólogo mexicano, “los patrones son reacios a permitir que los jornaleros indocumentados salgan de los ranchos, así minimizan el riesgo de perder trabajadores si fueran aprehendidos por las autoridades migratorias”.
Un 62 % de los jornaleros entrevistados manifestaron que dentro de los campos de labor gozaban de una situación de seguridad, ya que éstos no eran escrutados por las autoridades migratorias. Sin embargo, “el entorno de encerramiento y el temor a la deportación conducen a una situación de inestabilidad emocional”, afirma el experto.
“Las autoridades migratorias no entran en los campos de labor porque las personas indocumentadas son un pilar fundamental del sistema productivo estadounidense”, explica el investigador.
50 entrevistas a trabajadores rurales
La investigación de la UAT se realizó entre marzo de 2007 y junio de 2008, a partir de 50 entrevistas a trabajadores rurales tamaulipecos, en más de 35 comunidades rurales de 13 municipios, donde hay experiencia en cruzar ilegalmente la frontera para trabajar en el campo. El equipo de investigadores utilizó un muestreo en función de dos variables: género y edad.
El estudio está representado en un 25% por mujeres. Además, un tercio de los informantes eran menores de 30 años, otro tercio entre 30 y 45 años, y el tercio restante mayores de 45 años.
“Con esta división por edades se pretendía subrayar el predominio de trabajadores jóvenes en esta actividad; pero al mismo tiempo se quería rescatar el testimonio de trabajadores de mayor edad que en décadas pasadas emigraron a EE UU, con objeto de recuperar un dibujo diacrónico de la presencia de trabajadores tamaulipecos en la agricultura estadounidense”, explica el investigador.
Tamaulipas es un Estado situado en el noreste de México que comparte 370 kilómetros de frontera con Texas y presenta una larga tradición migratoria a EE UU. El Valle de Texas es la región estadounidense más cercana y como consecuencia es la zona más accesible y la que tradicionalmente más inmigrantes tamaulipecos ha recibido.
Investigaciones de alto riesgo
“Durante los últimos 10 años los empresarios agrarios de EE UU han acudido a contrabandistas de indocumentados para incrementar la oferta de mano de obra ilegal. A partir de 2007 organizaciones de Derechos Humanos han documentado el secuestro y asesinato de indocumentados”, apunta a SINC Izcara Palacios en referencia a la última matanza de 72 personas indocumentadas en un rancho de Tamaulipa el pasado 23 de agosto.
En la frontera México-EE UU las muertes de personas que cruzan la frontera sin documentos se han incrementado por un factor de 10 en los últimos 15 años. En la frontera de España y Marruecos la probabilidad de morir al ser cruzada de modo subrepticio es un 2500 % más elevada que en el primer caso.
Según la documentación disponible, la vulneración de derechos y el asesinato de personas indocumentadas no es trata de algo nuevo, “lo que es nuevo es que esta vez atrajo la atención de los medios de comunicación”, concluye Izcara Palacios.
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Referencia bibliográfica:
Simón Pedro Izcara Palacios, “Los jornaleros tamaulipecos indocumentados en los Estados Unidos”, Revista Internacional de Sociología (RIS) 68 (2): 453-472, Mayo-Agosto 2010. DOI:10.3989/ris.2008.05.20.
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