Un estudio científico de un grupo internacional de investigadores del Laboratorio de Investigación en Economía Experimental (LINEEX) sugiere que los políticos toman las decisiones de manera irracional. Dirigido por el profesor de la Universitat de València, Enrique Fatás, el trabajo cuenta con la participación de investigadores de la Universidad de Hannover y de la Universitat de València.
El trabajo cuestiona la idea de que los políticos toman decisiones de manera racional. El trabajo se basa en el análisis de más de 600 encuestas realizadas en Europa y los Estados Unidos para comprender los procesos de toma de decisiones políticas.
Los políticos participantes en el estudio provienen de varias instituciones y tienen en común ocupar o haber ocupado un cargo electo (para la muestra europea: el Parlamento europeo, parlamentos nacionales o regionales, gobiernos nacionales, alcaldes o responsables directos de decisiones que afectan el presupuesto público) y el hecho de tener una formación avanzada en economía (a nivel de doctorado o màster).
El estudio, que ha visto la luz recientemente en la revista especializada en economía matemática Journal of Economics, cuestiona la idea de que los políticos a la hora de tomar decisiones lo hagan respetando la racionalidad económica. Por ello, comparan decisiones presupuestarias en varios ámbitos (lucha contra el paro, programas de gasto en educación o sanidad, lucha contra las desigualdades regionales), en entornos en los cuales los políticos deben tomar decisiones que afectan el bienestar de los ciudadanos y que dependen de resultados macroeconómicos que no están completamente bajo su control.
A pesar de la experiencia en la toma de decisiones políticas y de su formación académica, los políticos del estudio no están menos expuestos en la irracionalidad que estudiantes de primer año de Economía a las universidades de València o de Stanford (California).
Entre otras cosas, los políticos fueron extremadamente sensibles a cambios en puntos de referencia arbitrarios, al status quo inicial, a alteraciones ingenuas en la presentación de problemas, a modificaciones de la perspectiva (positiva o negativa) con la cual era presentado el problema o a cambios basados en la estructura de probabilidades.
Las decisiones de la clase política, de esta manera, no pueden ser explicadas con la teoría de la utilidad esperada (base de la teoría económica neoclásica) y sólo se pueden explicar parcialmente acudiendo a teorías psicológicas de la elección, concluye el estudio.