Investigadores de la firma española Meteosim y de la multinacional alemana Olfasense han desarrollado una herramienta para la gestión de olores contaminantes que combina big data, inteligencia artificial e internet de las cosas. Permite analizar el impacto ambiental de episodios pasados, actuales y futuros e incluye recursos para la gestión de quejas de ciudadanos.
La compañía Meteosim, ubicada en el Parque Científico de Barcelona y especializada en modelización de contaminación atmosférica ha desarrollado una plataforma inteligente para la gestión de la contaminación por olores, en colaboración con la multinacional alemana Olfasense.
La nueva herramienta se denomina Ortelium y combina el big data, inteligencia artificial e internet de las cosas( IoT, por sus siglas en inglés) para proporcionar una solución integral en la gestión de olores para empresas y entidades públicas, cuya actividad genera emisiones atmosféricas con impacto odorífico en el entorno.
La gestión de olores es muy compleja y necesita la combinación de varias tecnologías para poder aportar una solución sencilla y adecuada a las necesidades particulares de cada sector, dicen en la empresa española.
Según señala Oriol de Tera, consejero delegado de Meteosim, “se trata de una solución potente, única y muy eficaz. Sectores como las plantas de tratamiento de aguas residuales, e industrias como la papelera, química y alimentaria representan, respecto a la determinación de los impactos odoríficos correspondientes, un mercado potencial de unos 100 millones de euros solo en Europa”.
Ortelium, explica, es un atlas dinámico que recoge, visualiza, explota y procesa datos de sensores IoT, modelos numéricos y planos de producción, y permite analizar el impacto ambiental de episodios, tanto pasados como actuales y futuros, facilitando una toma de decisiones inteligente en tiempo real para la gestión de actividades generadoras de olor.
Disponer de un sistema que pueda recolectar, procesar y analizar toda la información monitorizada aporta una información muy valiosa, tanto para la detección de situaciones de riesgo en pocos segundos, como para poder entrenar o enriquecer modelos predictivos que puedan complementar este tipo de soluciones de gestión ambiental proactiva. Además, supone un ahorro de costes y permite valorar la efectividad de medidas de control de olores antes de implementarlas.
“Los olores y las problemáticas que se derivan se empiezan a valorar como un contaminante ambiental más de relevancia a nivel atmosférico. Actualmente, tanto las administraciones públicas como las empresas son conscientes que si generan emisiones a la atmósfera que pueden provocar olores molestos a la población del entorno, estas se transforman en problemáticas para la actividad productiva y, en consecuencia, en una amenaza para el crecimiento de su actividad económica”, comenta Martí de Riquer, director negocio de calidad del aire en Meteosim.
La plataforma Ortelium incluye, además, herramientas avanzadas de gestión de quejas por olores molestos, lo que supone un avance tecnológico muy relevante en aquellos sectores que precisan de apoyo especializado para la gestión de actividades generadoras de olores molestos y sus conflictos derivados.
Los olores molestos provenientes de actividades comerciales o industriales constituyen una problemática actual significativa ya que, cada vez más, son objeto de queja y preocupación por parte de la ciudadanía, que los percibe como una amenaza para su calidad de vida e, incluso, para su salud.
Estudios recientes revelan que las personas que se encuentran próximas al desarrollo de actividades generadoras de olores molestos, pueden llegar a desarrollar problemas de salud como dolor de cabeza, insomnio, pérdidas de memoria, problemas de concentración y, en los casos más severos, náuseas, mareos, vómitos, molestias respiratorias y alteraciones psicológicas.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la jurisprudencia contencioso-administrativa han declarado que la contaminación odorífera puede afectar al derecho a la intimidad domiciliaria de las personas. Aun así, en España, como en la mayoría de países europeos, no existe un marco normativo general que la regule.