Nueve de cada diez investigadores británicos se oponen a la salida de su país de la UE. “Sería una puñalada para la ciencia”, dice Jo Johnson, ministro de Ciencia y Universidades, ya que casi un tercio del personal investigador de Reino Unido procede de países del entorno comunitario. Las autoridades científicas han pedido a sus políticos que digan no al brexit, ya que el retorno que recibe el país, tanto en financiación como en atracción de talento, se vería gravemente dañado.
El pasado 19 de febrero, el primer ministro británico, David Cameron, anunció que la consulta popular sobre si Reino Unido seguirá o no en la Unión Europea tendrá lugar el 23 de junio de este año. Tras haber obtenido un buen número de concesiones de los socios, Cameron dijo también que él mismo haría campaña contra el ya denominado brexit. Las encuestas de opinión indican que el voto podría ir en cualquier dirección.
Para un país con el 0,9% de la población mundial, Reino Unido tiene el 3,3% de los investigadores del mundo y es responsable del 6,9% de la producción científica global. Todo ello, gracias a la cooperación y a su capacidad de atraer talento.
El presidente de la Comunidad de Científicos Españoles en Reino Unido (CERU), Eduardo Oliver, teme las repercusiones negativas del brexit: “Una hipotética salida de la UE tendría consecuencias catastróficas tanto para la ciencia del país como para los investigadores extranjeros que trabajan aquí, entre ellos unos 3.000 españoles”, opina.
“Hay que tener muy en cuenta que el sistema científico de Reino Unido se nutre de talento extranjero”, indica este investigador de farmacología, que trabaja en la división de Medicina Experimental del Imperal College de Londres. “En la actualidad, cerca del 30% del personal investigador no tiene nacionalidad británica, con una gran mayoría de científicos procedentes de países de la UE”, destaca.
Visados y permisos
Además –añade– una salida del mercado único provocaría que los investigadores pre y posdoctorales vieran restringido su acceso a becas, por lo que tenderían a emigrar a países donde fuesen mejor recibidos. “Por culpa de los procesos burocráticos de obtención de visados y permisos, los jefes de grupo, con un puesto ya consolidado, verán obstaculizada su capacidad contratar a los mejores investigadores, vengan de donde vengan”, dice Oliver.
Para Nerea Irigoyen, científica en la División de Virología de la Universidad de Cambridge y también integrante de CERU, este último escenario se verá agravado por la previsible restricción al acceso de fondos de investigación europeos y consorcios internacionales y el aislamiento de la dinámica de la ciencia europea.
Por si fuera poco, comenta Irigoyen, “existe la convicción generalizada de que si Reino Unido se va de la UE, la economía británica se contraerá a corto plazo, entrando en un periodo de incertidumbre que podría durar hasta diez años. Este escenario haría del Reino Unido un país menos atractivo para investigadores europeos y de otros países”.
Pero no solo son los científicos extranjeros los que ven como una catástrofe la hipotética salida británica de la UE. Entre los más fervientes defensores de la permanencia, está el ministro de Ciencia y Universidades, Jo Johnson. En un discurso en la Universidad de Cambridge, el pasado 3 de marzo, aseguró que el brexit sería “una puñalada para la ciencia en Reino Unido" y que nueve de cada diez investigadores británicos están en contra de esta posibilidad.
El discurso del ministro coincidió con la visita a la universidad británica de Carlos Moedas, comisario europeo de Ciencia e Innovación, en cuya intervención habló de las ventajas que tiene para el sistema científico británico y europeo la permanencia en la UE.
Casi un tercio del personal investigador de Reino Unido procede de países del entorno comunitario. / Fotolia
Parte de la superpotencia científica europea
George Freeman, el otro responsable de ciencia en el Gobierno de Cameron, con la cartera de Ciencias de la Vida, también es un firme opositor al abandono británico.
En una intervención durante una reunión de líderes científicos del sector público en Science Media Center en Londres Freeman señaló que "en un mundo que se encuentra en los albores de una nueva era de la ciencia –en medicina, alimentación e industria–, Reino Unido tiene una gran oportunidad de ser parte de una superpotencia científica europea. Por supuesto, necesitamos regulaciones apropiadas, pero podemos alcanzaras liderando estos cambios desde el interior”, resaltó.
En el mismo encuentro, Paul Nurse, director del Francis Crick Institute en Londres y antiguo presidente de la Royal Society, dijo que “los que están haciendo campaña a favor están poniendo en peligro el futuro del país a largo plazo a cambio de una ventaja política”.
Según Nurse, "estar en la UE da a Reino Unido acceso a ideas, personas y a inversión en ciencia. Esto, combinado con la movilidad (de los científicos de la UE), “nos permite una mayor colaboración y transferencia, es decir, todo lo que históricamente ha demostrado que impulsa la ciencia”.
Reino Unido es uno de los principales contribuyentes netos al presupuesto de la Unión Europea. En ciencia académica, el papel más importante de la UE es el de proporcionar un flujo de financiación alternativa a los consejos de investigación gubernamentales. "Nuestro país pone un 11% de los fondos para la investigación de la UE y obtiene un retorno del 16%", destacó Robert Lechler, presidente de la Academia de Ciencias Médicas, en la reunión de Science Media Center.
Entre 2007 y 2013, investigadores de Reino Unido recibieron 8.800 millones de euros de la UE, mientras que el país contribuyó con 5.400 millones a investigación en la UE, agregó Lechler.
Por todo ello, los líderes científicos fueron unánimes en la necesidad de que el país permanezca en la Unión.
También las empresas implicadas en investigación en Reino Unido tienen algo que decir sobre el tema. Directivos de más de 50 firmas biotecnológicas y farmacéuticas han firmado una carta, publicada en Financial Times, en la que piden que Reino Unido permanezca en la UE.
Estas compañías consideran que los beneficios de un entorno competitivo e integrado son claras, con acceso a un único mercado de negociación, una base de talento cualificado y normas comunes de regulación y de propiedad intelectual.
Sin embargo, también hay un porcentaje –aunque muy pequeño– de científicos a favor del brexit. Creen que si Reino Unido dejara la Unión Europea escaparía de normativas comunitarias como las que regulan los ensayos clínicos, que han sido ampliamente culpadas de obstaculizar la investigación médica británica. También opinan que el país podría ser capaz de ofrecer más créditos fiscales para el gasto en investigación y adoptar una postura más positiva en relación con los cultivos modificados genéticamente.
Advertencias de la UNESCO
La UNESCO, en su informe La ciencia hacia 2030, analiza también las consecuencias de una salida de Reino Unido de la UE. En el capítulo dedicado a la UE concluye que la salida tendría repercusiones de largo alcance para la ciencia británica y europea.
El documento destaca que Reino Unido es un polo de atracción para estudiantes e investigadores comunitarios. En 2013, las exportaciones de servicios de educación tuvieron un valor estimado de 22.000 millones de euros y el país fue receptor del mayor número de becas de investigación del Consejo Europeo de Investigación (ERC, por su siglas inglés).
A pesar de que el país invierte solo el 1,63% de su PIB en I+D, frente al promedio del 2,02% de la UE, Reino Unido tiene una reputación de excelencia científica. Produce el 15% de los artículos más citados del mundo con una participación del 4% de la investigación mundial.
“Un brexit podría afectar a la apertura del Reino Unido a los flujos internacionales de conocimiento. Las piedras angulares del mercado único son las denominadas cuatro libertades: la libre circulación de personas, mercancías, servicios y capitales. Y es la libre circulación de personas la que ha cristalizado el descontento de Reino Unido”, sostiene el informe.
El documento resalta además que el impacto de un posible brexit en la ciencia y la innovación dependerá en gran medida de la relación posterior que se establezca entre Reino Unido y la UE, tras la hipotética retirada.
El caso suizo
“Es probable que el país desee seguir siendo un miembro asociado del Espacio Europeo de Investigación, como Noruega y Suiza, con el fin de continuar participando en los programas marco de la UE de I+D+i, considerados como fundamentales para financiar la investigación, la formación de doctores y el intercambio”, indica el informe. Sin embargo, “el acuerdo de cooperación para cada programa marco tendría que ser negociado por separado si Reino Unido deja de ser miembro del Espacio Económico Europeo”.
El organismo considera que la negociación podría resultar difícil, tal como le ha ocurrido a Suiza que, tras el endurecimiento de sus propias leyes de inmigración en 2014, ha visto como la UE ha limitado sus derechos en la participación en el programa Horizonte 2020.
“Los fondos estructurales de la UE también estarían fuera del alcance para Reino Unido si sale de la UE. Además, un brexit podría ocasionar que las empresas internacionales decidieran reducir sus planes de invertir en I+D, debido a que el país ya no sería una puerta de acceso a los mercados de la UE. Tampoco ayudarían unas probables leyes de inmigración más estrictas” agrega el documento.
El Informe de la UNESCO concluye que “si el brexit se convierte en una realidad, cualquiera que sea la relación posterior a la retirada, Reino Unido podría perder su puesto de liderazgo en investigación e innovación en la UE, lo que sería una pérdida para ambas partes".