El cáncer de próstata, el tercero más frecuente en los hombres asturianos, va acompañado de un compuesto que lo delata. Se trata de una proteína que, cuando aparece en elevadas concentraciones, señala la posible presencia de un tumor. Pero este “chivato” no es infalible. Es por eso que facultativos del Servicio de Urología del Hospital de Cabueñes investigan otros indicadores que permitan dotar de mayor precisión a las técnicas de detección actuales, una labor en colaboración con el Grupo de Epidemiología Molecular del Instituto Universitario de Oncología del Principado (IUOPA).
El marcador actual para el cáncer de próstata es el PSA (Antígeno prostático específico). No obstante, la correlación entre altos niveles de PSA y cáncer dista mucho de ser directa: “Aunque la utilización del PSA ha supuesto un gran avance en el diagnóstico, se trata de un indicador muy lábil, poco estable, que tratamos de mejorar a través de la investigación”, señala el doctor Valentín Muruamendiaraz, jefe del Servicio de Urología del Hospital de Cabueñes y miembro del equipo de investigadores. De hecho, según explica el investigador, la concentración de PSA en sangre puede variar debido a razones ajenas al cáncer.
Si las observaciones se limitan a analizar los niveles de PSA en sangre, de cada cien personas que podrían presentar un tumor de próstata sólo treinta lo tienen. Por eso, para despejar las incógnitas acerca de la presencia de un tumor los facultativos utilizan la biopsia (extracción de una parte del tejido prostático). Frente a este método, “el planteamiento que guía nuestro trabajo es desarrollar técnicas que sean más fiables y menos agresivas, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento”, explica Valentín Muruamendiaraz.
Moléculas que devoran tejido
Por eso, y para mejorar la precisión del PSA, los investigadores del departamento que dirige el investigador le siguen la pista a un tipo de moléculas, las metaloproteasas, que estudios recientes relacionan con la presencia y agresividad de tumores. Estas proteasas participan en la destrucción de los tejidos que rodean a los tumores, por lo que facilitan su expansión y el proceso de metástasis -diseminación del cáncer por otras partes del cuerpo-. En este proyecto, los investigadores del Hospital de Cabueñes y del Grupo de Epidemiología Molecular del IUOPA cuentan con financiación del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación, a través de la FICYT, y de la Fundación de Urología Julián Clavería.
“Una vez que hayamos finalizado este proyecto para mejorar las técnicas de diagnóstico, esperamos continuar la investigación analizando cómo las metaloproteasas pueden ayudar a predecir la evolución de la enfermedad”, adelanta el doctor Manuel Rivas del Fresno, coordinador de la investigación.
Estudios de ADN
Y si las metaloproteasas pueden funcionar a modo de lente de aumento para detectar la presencia de tumores prostáticos, el equipo de investigadores no limita su trabajo a seguirles el rastro en el torrente sanguíneo: En palabras de Rivas del Fresno, “Queremos averiguar si existe alguna variación alélica determinada del gen que codifica las metaloproteasas que observamos, el MMP9, y el cáncer de próstata”. De hecho, explica el investigador, estudios científicos recientes relacionan ciertas variedades de este gen con el cáncer de pulmón.
Los datos en los que se apoya este trabajo por el momento proceden de 300 pacientes, aunque los investigadores recogerán 350. A todos ellos se les extraen muestras de sangre y tejidos que ya están analizando.