Cuando estudiar matemáticas se asociaba con la docencia, era un título dominado por las mujeres. La situación dio un giro en 2012, coincidiendo con una mayor demanda para puestos tecnológicos y empresariales. Las expertas achacan el aumento del prestigio de la profesión a esta caída entre las jóvenes, algo preocupante ya que refuerza los estereotipos de género.
Si echamos un vistazo a las estadísticas universitarias en España desde el curso 1985-1986, el pico de licenciados en Matemáticas —sin contar los dobles grados— se alcanzó en el 1999-2000. Fueron un total de 1.649 personas, de las que casi el 60 % eran mujeres.
Ellas han cursado estos estudios en mayor proporción que los chicos durante casi dos décadas, desde 1994-1995 hasta 2011-2012. Desde entonces, la presencia de licenciadas o graduadas —con el plan Bolonia— ha ido siempre por debajo de las cifras masculinas. Mientras que los matemáticos no han parado de aumentar en el último decenio, las vocaciones femeninas por los ‘números’ llevan años estancadas.
¿Qué ha pasado para este cambio de tendencia? En SINC analizamos a qué pueden deberse las causas de este frenazo en las graduadas con la ayuda de docentes, investigadoras y otras expertas de diferentes generaciones, que han vivido este fenómeno como profesoras o como estudiantes.
Hemos seleccionado los cuatro principales hitos que muestran los datos en los últimos veinte años: el pico de vocaciones en el año 2000, la caída de licenciadas hasta el 2006, el estancamiento hasta 2011 en ambos sexos y el retroceso de graduadas por debajo de las cifras masculinas desde el 2012, con un frenazo de las vocaciones en el caso femenino y un aumento de los chicos graduados.
Egresados en la titulación de Matemáticas en universidades públicas y privadas españolas. El color naranja corresponde a las mujeres y el azul, a los hombres. Fuente: MEFP-Ministerio de Universidades.
Al final de la década de los 90, quien se matriculaba en Matemáticas solía hacerlo pensando en la enseñanza como la principal salida profesional. “Quizás las empresas empezaban ya a demandar, de manera tímida, personal con formación matemática, pero el grueso de las salidas se concentraba en la docencia”, mantiene Marta Macho-Stadler, profesora del departamento de Matemáticas de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y autora del libro Mujeres matemáticas. Trece matemáticas, trece espejos (2019).
Con el aumento de prestigio de la carrera de Matemáticas observamos, al mismo tiempo, que el número de mujeres desciende
En aquel momento, las expertas consultadas coinciden en que esta disciplina científica no estaba tan valorada como hoy en día y eso podía influir en que las chicas se animaran más a cursar estos estudios que los chicos.
“Con el aumento de prestigio de la carrera de Matemáticas observamos, al mismo tiempo, que el número de mujeres desciende”, alega Elisa Lorenzo García, embajadora por España del Comité de Mujeres en Matemáticas de la Unión Matemática Internacional (CWM por sus siglas en inglés).
No obstante, y sin olvidar el empuje de la docencia, otra circunstancia también podría explicar que justo hasta ese año el número de licenciados en ambos sexos aumentara: el temido ‘efecto 2000’.
“Incrementó muchísimo la demanda de matemáticos y matemáticas para preparar los sistemas informáticos de las empresas. Después de esto, una parte importante de las salidas para los matemáticos o, más bien, la percepción de la existencia de esas salidas profesionales, desapareció”, puntualiza Javier Aramayona, investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT).
Pasado el ‘efecto 2000’, confluyeron más factores para que el número de licenciados en Matemáticas, tanto de hombres como de mujeres, cayera en picado hasta 2006. Ángeles Prieto, profesora en la facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), recuerda que, por aquellos años, siempre quedaban plazas por cubrir en la primera ronda de matriculación del primer curso y que predominaban las chicas.
“También pudo haber influido la creación de muchas escuelas de Informática en universidades y la aparición de universidades nuevas, tanto públicas como privadas, donde no se ofrecían estudios de Matemáticas pero sí de Ingeniería Informática”, baraja. Eso explicaría que los estudiantes eligieran estos nuevos estudios en lugar de los más tradicionales.
Otra posible explicación podría estar en que la docencia en secundaria en esa época no tenía muchas ofertas de trabajo ya que, como comenta Macho-Stadler, hace dos décadas el profesorado era joven y la plantilla estaba completa.
Además, la científica resalta que en el periodo de 1980 a 1985 hubo una bajada muy brusca de la natalidad en nuestro país, lo que pudo tener sus consecuencias en que, en torno al año 2000, al haber menos jóvenes en la franja de edad de los 18 años, se produjera una disminución generalizada del número de matrículas en la universidad, no solo en Matemáticas.
Por su parte, Carolina Vallejo, profesora en el departamento de Matemáticas de la Universidad Carlos III de Madrid y miembro del ICMAT, incide en la falta de prestigio que tenían esos estudios en comparación con otros más técnicos o relacionados con la computación. “Había una concepción social de que las Matemáticas solo servían para dar clases en instituto y que la carrera universitaria era larga y penosa”, destaca.
En el curso 2006-2007 esa caída en picado de las matriculaciones se frena en ambos sexos. Una de las causas pudo ser que el Año Mundial de las Matemáticas celebrado en el 2000 calara en estudiantes que iban a elegir sus estudios universitarios en esa época y que terminaron años después.
“Se realizó un esfuerzo grande por parte de la comunidad matemática española por acercar las matemáticas a la sociedad a través de numerosas actividades divulgativas y, probablemente, eso animó a algunas personas a matricularse en la carrera de Matemáticas”, sostiene Macho-Stadler.
Justo en aquella época empezó sus estudios universitarios Carolina Vallejo. La nota de corte para acceder a la carrera era de un 5. “Se veían las Matemáticas como una carrera con un futuro abocado, en el mejor de los casos, a dar clases en el instituto”, afirma.
Lo mismo le ocurrió a su colega Elisa Lorenzo. “Éramos más o menos un 50 % de mujeres y se entraba con un 5 sobre 10. No había nota de corte, básicamente porque había más plazas que gente interesada en estudiar matemáticas”, comenta.
Un economista diría que en época de riqueza la gente prueba y busca nuevas inversiones, y en época de inseguridad y crisis, invierte en materias primas. Y las mejores materias primas han sido los grados de Matemáticas y Físicas
Si miramos el contexto nacional e internacional, en 2007 tuvo lugar una de las mayores crisis económicas de las últimas décadas lo que, ante la caída del empleo, aumentó la formación académica de los ciudadanos.
“Un economista diría que en época de riqueza la gente prueba y busca nuevas inversiones, y en época de inseguridad y crisis, invierte en materias primas. Y las mejores materias primas han sido los grados de Matemáticas y Físicas”, apunta María Emilia Alonso, profesora en la facultad de Ciencias Matemáticas de la UCM.
Superados los años más duros de la crisis y por primera vez desde el curso 1993-1994, en el 2012-2013 el número de graduados varones en Matemáticas supera al de graduadas, una tendencia que continúa en la actualidad, según reflejan los últimos datos de los ministerios de Educación y FP y de Universidades.
La demanda de estudios en Matemáticas ha aumentado ya que la nota de corte se ha disparado sin que haya habido un descenso en las plazas ofertadas
De hecho, mientras que en las mujeres prácticamente se ha estancado el número de graduadas desde el 2012, en el caso de los hombres la cifra no ha dejado de aumentar curso tras curso.
Precisamente en torno a esos años, Lucía Martín Merchán y Patricia Contreras Tejada empezaron sus estudios de Matemáticas. Aunque al terminar el bachillerato las dos tuvieron aún la sensación de que la única salida profesional que había era la docencia en Secundaria, algo cambió en los siguientes cursos.
“Fue durante nuestros estudios de grado, en España e Inglaterra, cuando percibimos una explosión en la demanda de perfiles matemáticos en las empresas”, relatan. En estos momentos ambas están terminando sus doctorados: Martín Merchán es investigadora predoctoral en la Universidad Málaga y Contreras Tejada, en el ICMAT, y también coordinan la asociación de mujeres matemáticas WOMAT.
Este resurgir de ‘los números’ tiene su claro reflejo en la nota de corte para acceder a estos estudios. “La demanda de estudios en Matemáticas ha aumentado ya que la nota de corte se ha disparado sin que haya habido un descenso en las plazas ofertadas”, confirma María Pe Pereira, profesora en la facultad de Ciencias Matemáticas de la UCM y primera mujer en recibir el Premio José Luis Rubio de Francia por su carrera investigadora.
Dejando a un lado los dobles grados, en los que los paquetes con Matemáticas presentan las notas más altas, en este curso 2020-2021 para acceder a grado de Matemáticas en la Universitat Politècnica de Catalunya, por ejemplo, pedían un 13,202 sobre 14.
“La mayor asociación de la carrera de Matemáticas con la digitalización, los algoritmos y el big data ha provocado que las mujeres empiecen a desligar su interés de este ámbito”, subraya Milagros Sáinz, investigadora principal del grupo Género y TIC (GenTIC) de la Universitat Oberta de Catalunya.
Como reflejan los datos, justo lo contrario parece que ha ocurrido con los hombres: a un mayor prestigio, competitividad y más salidas profesionales de estos estudios relacionadas con la tecnología y el mundo empresarial, más chicos se matriculan en esos grados.
Las ofertas laborales relacionadas con estos estudios no paran de crecer. Según el Libro Blanco de las Matemáticas (2020) –coordinado por la Real Sociedad Matemática Española–, el número de graduados en Matemáticas no es suficiente para cubrir en estos momentos la creciente demanda laboral de esta titulación. “Actualmente, tenemos una pérdida de talento matemático femenino que debemos subsanar con carácter urgente”, advierten los autores.
A la hora de elegir su futuro académico y laboral, los adolescentes tienen en cuenta las valoraciones de sus familias y de sus profesores, y aquí también se presenta un desequilibrio por sexos.
“Los chicos se decantan por carreras con buenas perspectivas de empleo, aconsejados por las familias y, el núcleo familiar, en este momento, valora las matemáticas, que ya no son solo “estudios vocacionales” dirigidos a la docencia”, matiza Macho-Stadler.
En este sentido, la física y pedagoga Marta Bueno Saz se refería al papel de los docentes y familiares en el empoderamiento de las niñas en la web Mujeres con Ciencia:
En matemáticas y ciencias, los maestros que con acierto dedican tiempo a alentar a los estudiantes, a reforzarlos y a detallar conceptos científicos, parece que arrastran estereotipos y valoran más a los niños que a las niñas en sus explicaciones. Esto es importante porque las percepciones de los maestros sobre la habilidad matemática de los niños anticipan puntuaciones altas de rendimiento matemático en su futuro. También las expectativas de los padres sobre el éxito de sus hijos se correlacionan con la autopercepción de sus habilidades y su desempeño en las tareas matemáticas, por lo que es necesario motivar a las niñas desde la familia si éstas muestran interés por esta disciplina y confiar en ellas plenamente ya que no existe ningún motivo biológico para descartar su valía.
De hecho, según el Libro Blanco, ellas opinan que no son buenas en matemáticas y que tienen que dedicarle mucho esfuerzo a esta asignatura para superarla satisfactoriamente, un nivel de autoexigencia que no se aprecia de igual modo en los chicos.
A ellas no se las incentiva de la misma manera. Dudan sobre sus capacidades y por eso quizás piensen que las matemáticas tan valoradas y demandas no son para ellas
“A ellas no se las incentiva de la misma manera. Dudan sobre sus capacidades y por eso quizás piensen que las matemáticas tan valoradas y demandas no son para ellas”, se lamenta Macho-Stadler.
En este entorno de alta competitividad entra en juego un concepto conocido como la paradoja de la igualdad de género (gender equality paradox, en inglés), que se produce cuando hay pocos desequilibrios entre ambos sexos. Como explica la matemática Elisa Lorenzo García, cuanto más igualitario en cuestiones de género sea un país, menos mujeres se dedicarán a la ciencia. Ahí está la paradoja.
En la parte de la derecha, los países con mayor igualdad de género registran menos presencia de mujeres graduadas en disciplinas TIC, entre ellos España, Francia o Islandia. Fuente: World Economic Forum-UNESCO.
“A menos igualdad, menos desarrollo, menos valor se le da a la ciencia, peor se pagan estos trabajos y menos hombres quieren hacerlos, por lo que nos encontramos más mujeres”, describe la científica.
Precisamente esa era la situación que se vivía en España con las matemáticas hasta que estas adquirieron más prestigio. Como revela una investigación publicada en PNAS, con esta paradoja de la igualdad, vuelven a ganar peso los estereotipos de género del tipo “las matemáticas no son para las chicas”.
Hay que llevar a nuestras jóvenes la idea de que estudiar ciencias puras es conocer mejor el mundo, ser más libre, es muy apasionante y te da una formación para diseñar tu profesión
Para evitar que vuelvan estos roles, las expertas recomiendan, tanto en casa como en clase, motivar y apoyar a las chicas cuando cursan estas asignaturas, fomentar la cooperación en lugar de la competitividad, recordarles que todos y todas son igual de capaces y mostrarles referentes femeninos que les sirvan como modelo, entre otras medidas.
Además, la matemática Alonso plantea que también se promuevan los cuidados y los estudios de este tipo entre los chicos, para que no haya distinciones entre carreras más femeninas que masculinas. “Hay que llevar a nuestras jóvenes la idea de que estudiar ciencias puras es conocer mejor el mundo, ser más libre, es muy apasionante y te da una formación para diseñar tu profesión”, alienta.