Este año entran en la lista varios peces, entre ellos un pez rana (Histiophryne psycheldelica) con un raro y psicodélico diseño, y único entre sus congéneres por su cara plana.
Small Favor (Phallus drewesii). Un hongo de cinco cm que recibe su nombre en honor de Robert C. Drewes de la Academia de Ciencias de California, que lleva 30 años investigando los organismos de la isla africana de Santo Tomé, el lugar de descubrimiento de este nuevo faláceo.
En la imagen, una nutria marina (Enhydra lutris), mamífero en peligro de extinción en Norteamérica.
Bug-eating Slug (Aiteng ater). Su descubrimiento ha dado lugar a una nueva familia, la Aitengidae. Aunque comparte casi todas sus características con los sacoglossa, tiene unos hábitos alimenticios inusuales. Se alimenta de insectos, mientras que casi todos los sacoglossa comen algas.
Pez drácula (Danionella dracula). Los machos de esta especie tienen colmillos parecidos a los caninos, para combatir con otros machos.
Científicos del Instituto J. Craig Venter de EEUU han conseguido que un genoma sintético, creado por ellos mismos mediante síntesis química, controle las funciones de una célula bacteriana. Los investigadores han sustituido el genoma de la bacteria Mycoplasma capricolum por otro sintético con la secuencia del de la especie Mycoplasma mycoides, de tal forma que la primera ha empezado a actuar y auto-replicarse como la segunda. Este avance puede ayudar a resolver problemas energéticos y medioambientales.
A través de experimentos con una rana robótica, un equipo internacional de investigadores ha demostrado que durante los enfrentamientos las ranas arborícolas macho se comunican con vibraciones a través de las plantas en las que se encuentran. Este hallazgo, que se publica en el último número de Current Biology, abre la puerta a nuevos estudios sobre la comunicación entre vertebrados.
Los cambios climáticos desempeñaron un papel importante en la desaparición masiva de los mamíferos hace 50.000 años. Así lo demuestra un equipo internacional de científicos en el último número de Evolution. El estudio, liderado por españoles, aporta un enfoque más global sobre la utilización de modelos de datos sobre “huellas climáticas” continentales, y confirma que la extinción fdiferente en función del impacto del cambio climático en cada región.