Un equipo internacional, con participación del CSIC, ha analizado los datos genéticos de más de 158.000 personas con este trastorno. Los hallazgos revelan variantes específicas en diferentes grupos étnicos y diferencias genéticas entre los subtipos de la enfermedad, lo que abre nuevas perspectivas para su diagnóstico y tratamiento.
Un estudio reciente apunta que los adultos mayores corren un mayor riesgo de sufrir un ictus si sus padres se divorciaron durante la infancia. Los autores aún no comprenden completamente los mecanismos que explican esta relación, pero proponen que el estrés infantil podría provocar cambios biológicos duraderos en la capacidad de respuesta del cerebro.
Un estudio en ratones ha revelado un mecanismo por el que los microplásticos del torrente sanguíneo pueden desencadenar la formación de trombos en el cerebro. El hallazgo sugiere que estos residuos pueden inducir disfunción neurológica a través de la activación de las células inmunitarias en este órgano.