Los humanos modernos se expandieron hacia el noroeste de Europa antes de lo que se pensaba, siendo coetáneos de los neandertales que miles de años después desaparecerían en el suroeste. El Homo sapiens se adaptó bien al frío, en un ambiente muy similar al de la actual estepa rusa, y entre su dieta destacaba la carne de reno, lobo y caballo.
Las investigaciones de Gerardo Ceballos y Rodolfo Dirzo establecieron que “las tasas actuales de extinción de especies en muchos grupos de organismos son mucho más altas que en los dos millones de años previos”, según resalta el acta del jurado.
Un reciente artículo sobre antiguas ‘ciudades’ en la Amazonía ecuatoriana, portada de la revista Science, ha puesto de actualidad una revolución que se viene descubriendo en los últimos años. La imagen estática que se tenía de esta región, con pequeños poblados y estructuras simples, hay que cambiarla por la de un territorio vibrante, lleno de comunidades conectadas, con una planificación urbanística y producciones agrícolas amplias en el pasado.