El número de inundaciones que se ha producido de 1990 a 2016 está entre los más altos de los últimos cinco siglos en Europa. En España, este fenómeno ha aumentado sobre todo en otoño. Según un nuevo estudio, la crisis climática podría ser la responsable del incremento de las inundaciones al producir modificaciones en la circulación atmosférica.
Hasta ahora, los insectos de los trópicos parecían ser los más amenazados por el cambio climático al vivir al límite de su temperatura óptima. Un equipo internacional de científicos, con participación española, ha analizado los datos existentes y concluye que los insectos de zonas templadas, como España, serían tan vulnerables al aumento de temperaturas como los insectos tropicales.
El uso de guantes, máscaras, batas, y otros equipos de protección individual ante el SARS-CoV-2, además de envases, mamparas y bolsas se ha disparado, y con ellos la fabricación de plástico. Ante el miedo al contagio, este material de usar y tirar, que a partir de 2021 iba a sufrir mayores restricciones de uso en muchos países, resurge para protegernos, pero pone en riesgo la salud del medio ambiente.
Gracias al uso del registro fósil, un equipo de científicos, con participación de la Universidad de Santiago de Compostela, ha reconstruido los patrones de la biodiversidad marina de los últimos miles de años y ha realizado proyecciones con los niveles actuales de emisiones de CO2. Los resultados indican que la crisis climática intensificará la reducción de la diversidad pelágica tropical hasta niveles que no se han visto en millones de años.
A petición del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el Consejo de Ministros ha remitido hoy a las Cortes el primer proyecto de Ley que orienta la acción climática minimizando impactos negativos para la economía, la sociedad y los ecosistemas, para alcanzar la neutralidad de emisiones no más tarde de 2050.
En las últimas cinco décadas la ciencia ha vivido ciertos triunfos en la protección ambiental, pero también fracasos. En plena pandemia por COVID-19 y ante desafíos ambientales como la crisis climática y de la biodiversidad, este Día de la Tierra recuerda más que nunca la necesidad de cuidar a la vez la salud ambiental, animal y humana.
Con la pandemia de COVID-19 estamos sufriendo las consecuencias de una falta de reacción global y es muy probable que también las suframos por el cambio climático. Ambas crisis nos ponen ante un espejo en el que no quedamos reflejados como seres tan racionales: entender es secundario, la experiencia es clave.
Mitigar el cambio climático no solo salvará miles de vidas humanas, también generará un beneficio económico de miles de millones de dólares para 2100, según la estrategia de cooperación global simulada por un equipo de investigación. Los científicos aseguran que los diferentes países podrían obtener ingresos netos positivos a largo plazo si limitaran el aumento de la temperatura entre 2 y 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales.
A pesar de que aumente el dióxido de carbono en la atmósfera, los bosques maduros, limitados en nutrientes, no lo absorberán, según un nuevo estudio. Los árboles adultos no solo no acumularán más carbono, sino que lo devolverán a la atmósfera. Este hallazgo demuestra que la única estrategia para limitar el cambio climático es reducir las emisiones de gases de efectos invernadero.
La celebración de la conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático (COP26) estaba prevista para el mes de noviembre en Glasgow, Reino Unido. Sin embargo, debido al impacto que está produciendo la pandemia en muchos países, se ha decidido aplazarla a 2021.