Científicos de los institutos de Biología Evolutiva e Investigación Biomédica de Barcelona han identificado el gen responsable del estadio juvenil en insectos, además de otros dos que intervienen en su madurez. Estos genes también están presentes en los mamíferos y podrían tener un papel clave en procesos cancerosos.
A partir de compuestos inspirados en la naturaleza, investigadores de EE UU y Alemania han creado moléculas ‘quimera’ capaces de inducir el corte de ARN oncogénicos, como el del gen MYC, que impulsa el crecimiento desenfrenado de las células cancerosas.
Los resultados de un estudio internacional con participación española señalan 49 alteraciones genéticas asociadas a un mayor riesgo de padecer la enfermedad en su grado más crítico. Además, los investigadores han encontrado varias dianas terapéuticas que podrían facilitar el desarrollo de nuevos tratamientos, por ejemplo, los basados en estrategias de reposicionamiento de fármacos.
Esta doctora en Biología Molecular está al frente de Integra Therapeutics, una empresa que ha fusionado en su plataforma FiCAT el poder de la tecnología CRISPR Cas9 y las proteínas transposasas para solucionar las limitaciones actuales de las terapias genéticas. La tecnología, que se está probando ahora en células de pacientes y modelos de ratón, podría empezar a ensayarse en humanos en 2026.
Un estudio de investigadores de EE UU, realizado con peces guppy, muestra que los individuos con rasgos poco comunes resultan más atractivos para las hembras. Sin embargo, estas características dejan de tener preferencia cuando se vuelven frecuentes en las siguientes generaciones. Estos resultados explican cómo se mantiene la diversidad genética en la especie, clave para la evolución.
Investigadores del CNIO y del Instituto IMDEA Alimentación han descubierto que quienes tienen una determinada versión de un gen implicado en la nutrición celular tienden a acumular menos grasa.
Los supervivientes de la pandemia que acabó con el 50 % de la población europea a finales de la década de 1340 tenían una variante genética que pasaron a su descendencia y que, aparte de proteger de la peste, acarrea un mayor riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes, según un estudio liderado por la Universidad de Chicago.
El mayor estudio genético realizado hasta ahora sobre ictus, con más de 1.500.000 participantes y unos 110.000 pacientes, ha permitido identificar 89 regiones cromosómicas relacionadas con el riesgo de padecerlo. El avance puede ayudar a desarrollar nuevos fármacos y tratamientos frente a esta enfermedad cerebral.
El equipo, dirigido por el catedrático de la Universidad de Oviedo Carlos López Otín, ha realizado un complejo cribado genético de todo el genoma humano, mediante la tecnología de edición CRISPR Cas9, hasta lograr identificar los genes necesarios para la infección por el SARS-CoV-2.