El profesor Francisco Rubia es el actual director de la Unidad de Cartografía Cerebral del Instituto Pluridisciplinar, una institución de investigación científica y médica próxima a la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense. En su despacho, rodeado de libros, nos recibe para desvelarnos algunos de los últimos enigmas, aclarados por la neurociencia, sobre los misterios de la mente humana
Los neurocientíficos tienen la impresión de que están mucho más cerca de una teoría aceptada y unificada sobre la forma en que el cerebro procesa el habla y el lenguaje, según el científico del Centro Médico de la Universidad de Georgetown, primer académico en exponer las ideas hace una década y que ahora ha publicado un artículo de revisión confirmando la teoría.
A través de un estudio realizado en las universidades de La Laguna y Valencia, se ha comprobado que el cerebro discrimina entre vocales y consonantes. Los mecanismos neuronales cambian cuando las procesamos y, a la hora de acceder al léxico, ambas poseen para nuestra mente un estatus distinto, por lo que contribuyen de diferente manera a este proceso básico de reconocimiento visual de palabras.
Al igual que innumerables neurocientíficos de todo el mundo, el Profesor Nelson Spruston de la Universidad de Northwestern conocía bien a H. M., su historia personal y el sonido de su voz. Pero no ha sido hasta que H. M. murió el mes pasado cuando Spruston supo su nombre completo: Henry Gustav Molaison.
Los investigadores Salvador Soto-Faraco y Elena Azañón del Grupo de Investigación en Neurociencia Cognitiva, adscrito al Parc Científic de Barcelona, han llevado a cabo un estudio que revela la coexistencia de distintos mapas espaciales en el cerebro y la manera en la que éste procesa la información para evitar posibles errores.
Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha logrado desentrañar los mecanismos celulares que subyacen a la Depresión de Leão, la mayor señal eléctrica del cerebro y causa de la migraña clásica. El hallazgo, publicado en la revista European Journal of Neuroscience, podría cambiar la visión tradicional sobre esta onda, también responsable de la muerte neuronal que ocurre tras los ictus, y abrir una nueva vía de investigación para el desarrollo de terapias.