La catedrática mexicana conjuga su actividad en el laboratorio y la difusión de los postulados de la física cuántica con su compromiso ciudadano. Durante la Guerra Fría participó en el movimiento contra el armamento nuclear y hoy insta a que las instituciones de investigación recuperen el control de la ciencia que producen.
En su nuevo libro Copyright's Broken Promise, este activista canadiense plantea una reforma de la ley de derechos de autor que garantice tanto el acceso abierto universal a la investigación, como una compensación equitativa para los editores de revistas científicas.
El Science Report de este organismo de la ONU, que se presenta cada cinco años, indica que el gasto en I+D en el mundo aumentó un 19 % entre 2014 y 2018. Sin embargo, apunta grandes disparidades, ya que solo dos países (EE UU y China) representan casi dos tercios de este aumento (63 %), mientras que cuatro de cada cinco países se quedan muy atrás, invirtiendo menos del 1 % de su PIB.
La organización Mundial de la Salud ha indicado que treinta países y múltiples asociaciones e instituciones internacionales se han unido para para apoyar al Fondo de Acceso a la Tecnología COVID-19.
Como cada mes de diciembre, la revista Nature ha anunciado las que considera las diez personalidades científicas más relevantes del año. La lista recorre los hitos de la investigación en 2018, que incluyen el descubrimiento sobre la superconductividad del grafeno y el controvertido estudio de una probable descendencia denisovano-neandertal. También se ha destacado el esfuerzo por la inclusión de mujeres y otros grupos infravalorados en la ciencia.
Un consorcio mundial, en el que participa GSK Tres Cantos (Madrid), ha analizado medio millón de moléculas en la búsqueda de compuestos capaces de bloquear la infección hepática del parásito de la malaria y evitar que pase a la sangre. El equipo ha usado un enfoque abierto, que permite compartir los resultados, y ha obtenido una lista de 631 compuestos, entre los que se podría encontrar una futura vacuna química contra la enfermedad.
La investigación es cada vez más digital, compleja y cara; sin embargo, los precios de las revistas científicas suben cada año muy por encima del IPC. En Europa, muchos piensan que es el momento de romper el ‘abrazo mortal’ que ahoga la producción del conocimiento, y proponen un cambio radical en la forma de hacer ciencia y difundir sus resultados. Su mayor barrera es el modelo tradicional, rentable para las grandes editoriales académicas.
Grandes instalaciones de astronomía y física de partículas, como el LHC y el radiotelescopio SKA, se han unido para intercambiar datos y ofrecerlos en abierto por la nube. En esta iniciativa, financiada con 16 millones de euros, participan instituciones españolas como el Instituto de Astrofísica de Andalucía, el Institut de Física d’Altes Energies y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial.
Investigadores del Centro de Regulación Genómica en Barcelona han desarrollado un nuevo método para identificar sistemáticamente genes que contribuyen al riesgo de sufrir cáncer hereditario. Su trabajo, publicado en Nature Communications, es un caso de éxito sobre apertura, transparencia e intercambio de datos en ciencia.
Una encuesta realizada a 7.103 investigadores de EE UU y varios países europeos indica que el 67,2% comparte las conclusiones de sus estudios antes de difundirlas en revistas. Los más proclives a la divulgación previa son los investigadores sociales y los matemáticos. Las principales razones para hacerlo son obtener comentarios y atraer colaboraciones.