Tras las imágenes difundidas la semana pasada por una ONG, la comunidad investigadora condena el maltrato animal cometido en un laboratorio madrileño, pero sostiene que la experimentación animal es una de las actividades científicas más estrictamente reguladas, y es aún necesaria para el desarrollo de propuestas terapéuticas frente a enfermedades humanas y animales.
Entre la impaciencia y el populismo parecen crecer las voces que pretenden administrar a la población vacunas no autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento. Sería una enorme insensatez, en realidad impensable, echar por la borda todas nuestras garantías.
Un estudio estadounidense concluye que existe una relación entre la fuente escogida de noticias y el conocimiento del coronavirus: los que se informaban en las webs del Gobierno respondían mejor, pero los que elegían a Facebook obtenían una peor puntuación. Los resultados reflejan la importancia del origen de las noticias para diseñar intervenciones de salud pública.
María Climént es especialista en comunicar las evidencias e incertidumbres de manera comprensible. Ante la crisis de Oxford/Astrazeneca, ella y su equipo del Instituto Winton de la Universidad de Cambridge estudian cómo ayudar a sanitarios, instituciones y periodistas en este difícil reto.
Aunque los casos de trombosis se consideran muy poco frecuentes, la Agencia Europea del Medicamento ha advertido a los pacientes inmunizados con el suero de Oxford/AstraZeneca que vigilen su estado de salud durante las dos semanas posteriores a la inoculación para poder identificar los raros, pero posibles síntomas.
El regulador de medicamentos europeo aconseja registrar “estos inusuales casos de coágulos de sangre” junto con un descenso de plaquetas como un “efecto secundario muy raro”, pero mantiene que el riesgo-beneficio de la vacunación es favorable. Su objetivo ahora es completar la evidencia científica sobre esta asociación e identificar posibles grupos de riesgo.
Mientras gran parte de la población mundial está siendo vacunada contra la covid-19, las zonas más desfavorecidas de muchos países, como en México en el estado de Oaxaca, quedan abandonadas a su suerte. Las comunidades indígenas han creado sus propios muros para evitar que el virus llame a la puerta de sus humildes hogares.