Desde los primeros meses de la pandemia, la sociedad y los medios de comunicación han construido muchas teorías sobre el origen del virus y las estrategias de los poderes mundiales. Algunos de ellos se han convertido en bulos que han calado en la población, incluso entre los profesionales de la salud.
Para combatir desinformaciones, es mejor prevenir y formar al público que forzar un cambio de opinión. Matute, que investiga sesgos, asociaciones mentales e ilusiones causales, considera que la equidistancia de algunos medios y la politización son los grandes problemas de las noticias falsas en la pandemia.
Un estudio publicado por el grupo de investigación ScienceFlows, de la Universitat de València, analiza las desinformaciones compartidas en España durante el primer mes del estado de alarma. Los mensajes promovían el consumo de alimentos cotidianos para evitar y curar la infección por el nuevo coronavirus, y en muchos se hacía gala de títulos sanitarios o científicos para dar veracidad al mensaje.
Ridiculizar a quien no confía en el consenso científico puede llevarnos a una disminución de la confianza social. Sin confianza, no hay colaboración. Sin colaboración, no podemos parar la pandemia.
Mientras gobiernos, organizaciones y ciudadanía se esfuerzan en controlar la pandemia, las teorías conspiranoicas se vuelven virales atizadas por celebridades como el cantante Miguel Bosé, que responsabiliza a la telefonía 5G a la vez que arremete contra las vacunas en desarrollo. En contrapeso, se multiplican las iniciativas de periodistas, científicos e internautas para aplanar la curva de la desinformación.
La carrera por encontrar una terapia preventiva contra la COVID-19 se ha olvidado de su aceptación social. Mientras los científicos trabajan contra el reloj en el fármaco, algunos investigadores advierten de las reticencias de un amplio espectro de la población, no solo los antivacunas.
Los movimientos contra la vacunación en Facebook son más influyentes que los grupos a favor, según un nuevo estudio que ha examinado las interacciones de casi 100 millones de personas en sus páginas. Los autores alertan del peligro que esto supone contra el nuevo coronavirus.
Un análisis de los tuits de las elecciones presidenciales de 2016 en EE UU concluye que las cuentas automáticas tuvieron un papel crucial en la difusión de noticias falsas. Tan solo un 6% de los bots fueron responsables de propagar el 31% de la información de baja credibilidad en la red.
Ni el pintalabios es potencialmente cancerígeno, ni los antigripales provocan hemorragia cerebral, ni los zumos de remolacha o limón con bicarbonato son beneficiosos para la salud. Estos son algunos de los rumores que desmiente y explica 'Salud sin bulos', una iniciativa de la Asociación de Investigadores en eSalud que nace con la intención de mejorar la calidad de la información sobre el bienestar físico y mental en la red.