Un estudio sobre biodiversidad marina ha identificado 73 especies de estos moluscos gasterópodos en la costa de la ciudad condal, un entorno fuertemente antropizado por la metrópoli.
Las fuentes situadas junto al Museo del Prado están construidas con una roca sedimentaria repleta de conchas de gasterópodos de la época de los dinosaurios. Estos fósiles han permitido descubrir la procedencia de la piedra: unas canteras olvidadas de la localidad madrileña de Redueña, de donde también salió material de construcción para la fuente de Apolo y el Palacio de las Cortes.
Un equipo de investigadores italianos y de la Universidad de Barcelona ha comprobado que un grupo de moluscos marinos puede sintetizar lignarenonas, unas biomoléculas que intervienen en sus defensas químicas y sistemas de alarma. Hasta ahora solo se conocían estas sustancias en las bacterias.
A partir de tres ejemplares procedentes de colecciones históricas se ha podido aclarar el estatus taxonómico del caracol terrestre Isomeria morula, del que solo se conocía la descripción original. Este caracol se localiza en uno de los puntos calientes de la biodiversidad mundial, según desvela un estudio del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC).
Ejemplar vivo de un gasterópodo terrestre muy común en la Península Ibérica, Cernuella virgata, una de las especies más favorecidas tras el incendio.