Tras analizar el ADN de 401 muestras de atún, merluza, anchoa y bacaladilla congelados, investigadores de la Universidad de Oviedo han comprobado que en un 1,9 % de los casos no se indicaba el pescado correcto en la etiqueta. El porcentaje puede parecer pequeño, pero revela el uso de especies en peligro de extinción y la pesca ilegal, especialmente en los caladeros africanos.
Un marmitako de atún, un bacalao al pil pil o un bisque de langostinos pueden ser parte del menú para estas fiestas. Pero la sobrepesca hace que muchas de estas especies se encuentren en una situación de riesgo. A pesar de que cada vez más pesquerías adoptan técnicas de bajo impacto y que las políticas van encaminadas a ofrecer por ley pescado sostenible antes de 2020, el consumidor sigue teniendo la última palabra.
El boquerón, la bacaladilla, la merluza, el gallo y el besugo son capturados al margen de las recomendaciones científicas en aguas de la Península Ibérica. Así lo demuestra la organización internacional de conservación marina Oceana gracias a los nuevos mapas de riesgo elaborados para cada especie. En el Mediterráneo el 82% de los stocks está sobreexplotado.
Investigadores de la Universidad de Oviedo han analizado el ADN de merluzas enteras y en piezas que se comercializan en España, y han encontrado que las etiquetas del 38,9% de las muestras indicaban mal el nombre de la especie o su origen geográfico. El estudio sugiere que se está cometiendo un “fraude” al etiquetar merluzas africanas como europeas o americanas.
Las etiquetas deben mostrar el nombre y el origen correcto de la merluza.
Huevas de merluza.
Parásito Anisakis spp en una rodaja de merluza.