El microcuásar SS 433 emite un chorro de materia que se hace invisible durante unos 80 años luz, pero en ese punto alguna discontinuidad en el medio produce un choque que dispara sus electrones a altas energías, con potentes destellos. Los ha estudiado una astrofísica española y otros científicos de la colaboración internacional HESS, con datos del observatorio que operan en Namibia.
Con la ayuda de detectores en el desierto de Utah (EE UU), la colaboración internacional Telescope Array ha registrado el segundo rayo cósmico más energético conocido hasta ahora, bautizado con el nombre de la diosa del sol en la mitología japonesa. Su fuente podría estar en los fenómenos más energéticos del universo o en escenarios exóticos más allá de la física que conocemos.
Este físico español fue una autoridad mundial en rayos cósmicos a mediados del siglo XX. Cuando regresó a España tras su exilio en Inglaterra, le prestaron instrumentos para investigar. Hasta ahora se creía que habían quedado retenidos varios años en la aduana, pero una carta lo desmiente, y al final se devolvieron sin estrenar. Lo cuenta José Manuel Sánchez Ron, uno de los comisarios de la exposición que el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología dedica al olvidado científico.
Un estudio internacional de más de 400 científicos ha identificado por primera vez una fuente constante de emisiones de neutrinos en la galaxia Messier 77. El hallazgo, que ha detectado estas ‘particulas fantasma’ bajo el hielo del Polo Sur, nos puede ayudar a comprender mejor algunas de las mayores incógnitas del universo, como los agujeros negros.
Un equipo de astrofísicos ha detectado un neutrino de alta energía procedente del mismo lugar donde un agujero negro ‘devora’ una estrella. Para que se produzcan estas esquivas partículas se necesitan rayos cósmicos acelerados, así que la fuente podría ser la misma.
Científicos del Instituto de Ciencias del Espacio han coliderado este hallazgo, que arroja luz sobre cómo se propagan los rayos cósmicos cerca de los microcuásares, hermanos pequeños y locales de los lejanos cuásares.
Investigadores del Instituto Galego de Física de Altas Enerxías (IGFAE) han desarrollado un detector de rayos cósmicos y lo han instalado en la base antártica Juan Carlos I. Este dispositivo, ya en funcionamiento, medirá con precisión electrones y muones (otro tipo de partícula elemental) para estudiar la actividad solar y las condiciones de la atmósfera terrestre.
Después de décadas buscando dónde nacen los neutrinos y los rayos cósmicos más energéticos del universo, los científicos han encontrado por fin un objeto que los produce: un blazar, una gigantesca galaxia con un agujero negro y un chorro de partículas apuntando directamente hacia la Tierra. El hallazgo se ha realizado en el observatorio IceCube de la Antártida, en colaboración con telescopios de todo el mundo, como MAGIC en Canarias.
Tras nueve años de recogida de datos, el telescopio submarino ANTARES ha registrado los neutrinos cósmicos que interaccionan en el agua y la roca del fondo, una información muy útil para comprender mejor las características de estas esquivas partículas procedentes de lejanas fuentes astrofísicas. La Sociedad Astronómica Estadounidense ha destacado este estudio internacional, en el que participa la Universidad de Granada.
Sobre la mayor de las galerías de la gran pirámide de Guiza se esconde una misteriosa cavidad de al menos 30 metros de largo. Un equipo internacional de físicos de partículas acaba de descubrir esta estructura oculta gracias a los muones, partículas originadas por los rayos cósmicos con las que se puede distinguir la piedra del vacío.