Durante las próximas décadas, el riesgo de incendios en verano aumentará en la Europa mediterránea. Así lo revela un estudio, dirigido por investigadores de la Universidad de Barcelona. Según los científicos, se espera que el efecto directo del cambio climático que regula la humedad del combustible (sequías que causan grandes incendios) predomine sobre el efecto indirecto del clima precedente (condiciones previas más cálidas o frías) que determina la cantidad y estructura del combustible.
El incremento de las temperaturas y la mayor duración de las sequías harán más vulnerables los bosques ibéricos, según se desprende de una investigación publicada en la revista Global Change Biology y llevada a cabo por un equipo internacional de investigadores liderados por la Universidad Pablo de Olavide, el Instituto Pirenaico de Ecología y la Universidad de Barcelona.
Ya no llueve en los olvidados montes del norte del Sáhara. El agua se ha convertido en un bien tan inaccesible que se necesitan varias horas a pie para recogerla. Pero a las bereberes de esta región del sur de Marruecos aún les queda la niebla, que han aprendido a ‘cosechar’ gracias a la antropóloga marroquí Jamila Bargach y a la geógrafa canaria María Victoria Marzol. Juntas han instalado un sistema de mallas que captura y filtra agua de las nubes para que estas aldeas no vuelvan a pasar sed.
Desde que se tienen registros, el periodo 2011-2015 ha sido el más cálido de la historia. Durante este lustro el nivel del mar ha aumentado y la extensión del hielo marino del Ártico ha disminuido, así como los glaciares continentales y la cobertura de nieve en el hemisferio norte. Los resultados, presentados hoy en la Cumbre del Clima de Marrakech, confirman los efectos extremos a largo plazo del cambio climático.
Un equipo español de científicos ha diseñado un modelo bioecónomico para el estudio del impacto de las sequías en la explotaciones ganaderas con base a pastos. El patrón de sequías que soportan los ambientes mediterráneos está cambiando debido al efecto del cambio climático.
Las altas temperaturas y la baja pluviosidad provocan una descoordinación entre la época de floración y la época de vuelo de las mariposas. Los momentos de máxima floración y de abundancia de las mariposas se separan una media de 70 días y aumentan en los años de sequía pronunciada. Esta pérdida de sincronía afecta negativamente tanto a las mariposas, que tienen más dificultades para encontrar alimento, como a las plantas, que pierden polinizadores potenciales.
La judía común o fríjol es una fuente poco costosa de proteínas y minerales para 400 millones de personas, sobre todo en África y América Latina. Pero la sequía afecta al 60% de las áreas cultivadas en el mundo y puede causar grandes pérdidas. Para un equipo de científicos españoles y colombianos la mejora genética con una combinación de características permitirá conferir a las judías y fríjoles resistencia a la sequía. La investigación puede mejorar el rendimiento del cultivo en Centroamérica, Sudamérica, África y México
La cuenca mediterránea es testigo desde hace al menos cinco décadas de un aumento de las sequías, pero ¿siempre ha sido así? Un equipo de la Universidad de Zaragoza ha logrado por primera vez reconstruir las sequías de 1694 a 2012 a partir del índice de precipitación y el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles. Según el trabajo, los doce meses anteriores al mes de julio de 2012 fueron los más secos.
En la provincia de Almería se encuentran dos especies de pinos, los que están más al sur de Europa. Un equipo de la Universidad de Córdoba ha analizado su situación y relaciona su mortandad con el cambio climático y la reducción de la disponibilidad hídrica. Los científicos proponen reducir la espesura de la masa boscosa en zonas más áridas para evitar la desaparición de estos pinares.
Calor y sequía son las dos principales causas de estrés de los cultivos de cítricos. Con el objetivo de formular nuevas herramientas para combatir el calentamiento global, un equipo de la Universitat Jaume I de Castellón ha realizado un estudio pionero para comprobar los efectos de estos impactos y demuestra que unas especies, como un híbrido de cítricos llamado Citrange Carrizo, el más empleado en las variedades citrícolas de los campos valencianos, son más tolerantes que otras como el mandarino Cleopatra.