Las personas con una mayor predisposición genética a dormir poco tienen más probabilidades de desarrollar futuros síntomas depresivos. Sin embargo, en las que presentan más predisposición a la depresión no se detecta una mayor probabilidad de dormir poco, según un estudio con más de 7.000 personas en Reino Unido.
Al igual que nosotros, estos animales transitan entre dos fases de sueño: una tranquila y otra activa, parecida a la fase REM de los mamíferos. Esto podría sugerir que tienen la capacidad de soñar durante el tiempo de descanso.
Mediante la captura de imágenes y la exposición a estímulos sensoriales, un equipo de científicos de Brasil ha corroborado que la especie de pulpo Octopus insularis alterna etapas de sueño tranquilo con otras de sueño activo, parecidas a las fases REM y no REM de los vertebrados.
Aunque soñar es una experiencia humana habitual, la ciencia aún no ha conseguido explicarla adecuadamente. Una nueva investigación señala que los individuos en sueño REM pueden interactuar y entablar una comunicación en tiempo real. El trabajo, que solo ha contado con la participación de 36 voluntarios, incluye cuatro experimentos realizados de forma independiente en varios países.
La anatomía de la faringe de los minicerdos de Yucatán presenta muchas similitudes con la de los humanos. Un nuevo estudio, que ha indagado en las posibles causas de la apnea obstructiva del sueño, confirma que estos animales se convierten en modelos idóneos de estudio ya que sufren este trastorno de manera natural.
El sueño sigue siendo un misterio. Animales sometidos a insomnio casi total mueren de forma precoz, pero no presentan daños visibles en el cerebro. Una investigación muestra que no dormir hace que se acumulen radicales libres en el intestino y que estos son los responsables de la muerte, al menos en moscas. Sorprendentemente, una dieta rica en antioxidantes les devuelve su esperanza de vida original.
Investigadores españoles han demostrado cómo reducir a la mitad el tiempo de sueño nocturno, aunque sea una sola noche, afecta negativamente a la formación de nuevas memorias. La recuperación del sueño perdido en la noche siguiente revierte dichos efectos.
La mosca de la fruta, que tiene un ciclo circardiano similar al humano, podría ser clave para entender por qué dormimos más cuando estamos malos. Este insecto posee un gen que se activa frente a una infección y provoca un profundo estado de somnolencia, según un nuevo estudio que vincula el descanso con el sistema inmunitario.
Investigadores del CNIC han comprobado cómo dormir menos de seis horas al día aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular. Los resultados muestran que la duración y la calidad del sueño son de vital importancia en los problemas con el corazón y los vasos sanguíneos.