La electricidad, las tecnologías y la luz artificial son algunos de los motivos por los que se ha extendido la idea de que en la época contemporánea dormimos menos que en la preindustrial. Sin embargo, un nuevo estudio desmiente esta creencia: las sociedades premodernas tenían unos horarios de sueño similares a los nuestros.
Una investigación de la Universitat Autònoma de Barcelona y la Universitat de les Illes Balears constata que los niños de primaria que hacen deporte entre dos y cinco horas a la semana y duermen entre nueve y diez horas al día obtienen mejores resultados académicos. El estudio alerta de la existencia de una pauta de descanso nocturno insuficiente e irregular cada vez más frecuente en niños y adolescentes.
Un estudio ha puesto de manifiesto los cambios, locales y globales que suceden en el cerebro cuando una persona cae dormida. Los resultados se publican en la revista Cerebral Cortex, revelan cambios en la conectividad funcional en estado de reposo cerebral, entre el momento de despertar y el sueño de onda lenta.
El 50% de las personas adultas toma benzodiazepinas para combatir la ansiedad y los problemas de sueño. Ahora, un nuevo trabajo conecta este tratamiento a largo plazo conla enfermedad de Alzheimer. Para paliar dicha relación, los investigadores apuntan que la terapia debe “cumplir con las directrices de buenas prácticas y ser lo más corta posible”.
Las personas que trabajan cambiando de turno suelen tomar medicamentos, como la melatonina y los neuroestimulantes, para estar despiertos mientras desempeñan su labor o dormir a horas inusuales, pero no hay evidencias que demuestren que funcionen, e incluso algunos pueden ser perjudiciales. Así lo sugieren los pocos estudios científicos que han abordado este problema.
Investigadores de EE UU han diseñado una herramienta computacional que pronostica si el cerebro retendrá o no experiencias sucedidas pocas horas antes. Además, sirve para entender cómo se escogen y procesan estas informaciones durante el sueño.
Los cerebros de los animales no pueden controlar los ritmos biológicos si sus relojes internos están desfasados. Por suerte, una red muy estable de neuronas reloj garantiza su sincronía. Un nuevo estudio con moscas de la fruta muestra que este ritmo se rige por muchos cronómetros independientes y no uno solo, como se creía.
Científicos del CSIC determinan un factor responsable de la conexión del gen Meis1 con los ganglios basales, que interviene en el síndrome de piernas inquietas. Una de cada diez personas mayores de 65 años padece esta enfermedad.
Por primera vez, un estudio demuestra que los estudios domiciliarios de apneas del sueño son, a igualdad de eficacia, un 20% menos costosos que los estudios hospitalarios. Este síndrome se caracteriza por oclusiones repetidas de la faringe al dormir.