En el Valle de Cuelgamuros, a 45 kilómetros del centro de Madrid, se encuentran las instalaciones del Laboratorio de Gravimetría y Mareas Terrestres. Allí se estudian desde la década de 1970 la gravedad y sus efectos sobre la corteza de la Tierra. De la mano del investigador Emilio Vélez, conocemos los orígenes y la historia de este centro de investigación.
En 2004, el investigador Andre Geim aisló el grafeno junto a su compañero Konstantin Novoselov. Así abrían las puertas al desarrollo de un nuevo material que, aunque todavía no ha mostrado todo su potencial, les valió el Premio Nobel de Física en 2010.
A la hora de diseñar nanoestructuras el confinamiento cuántico solo permite ciertos niveles de energía para los electrones, pero investigadores de IMDEA Nanociencia y otros centros españoles han observado por primera vez un patrón de energía de electrones en un sistema que no los confina. El avance podría llevar a nuevas vías para modificar las propiedades de la superficie de los materiales.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Basilea (Suiza) han desarrollado una técnica para determinar la elasticidad y otras propiedades mecánicas de las moléculas de ADN, que se deposita sobre una superficie de oro y se despega con la punta de un microscopio a temperaturas muy bajas. El avance es relevante tanto para comprender la actividad biológica del ADN como para su integración en nanoestructuras y dispositivos.
Con la ayuda de los sincrotrones europeos ALBA y DESY, un grupo internacional de científicos ha descrito los procesos de transformación que se producen durante la síntesis de los óxidos laminares ricos en litio, utilizados como cátodo en las baterías de iones de litio. Estos materiales de bajo coste demostraron una capacidad y velocidad muy altas, convirtiéndose en candidatos prometedores para el desarrollo de los vehículos eléctricos y los sistemas de almacenamiento de energía.
Una sustancia tan cotidiana como la sal se puede utilizar para proteger capas de grafeno y desacoplarlas de un sustrato metálico. Luego se pueder retirar la sal para recuperar el grafeno intacto, un material con aplicaciones en electrónica y otros campos. El experimento se ha realizado usando la luz del sincrotrón ALBA, cerca de Barcelona.
Durante la Primera Guerra Mundial, unas 4.000 mujeres fueron empleadas para pintar los relojes de los soldados con radio, el elemento luminiscente recién descubierto. Las obreras trabajaban sin protección en medio del polvo brillante; incluso lamían las cerdas de los pinceles. El cáncer se cebó con ellas. De su calvario y su lucha trata el libro de Kate Moore, una historia de derechos laborales, riesgo radiológico y discriminación de género.
Los aislantes topológicos por ondas de sonido permiten el movimiento de ondas sonoras en su superficie, pero por dentro son aislantes acústicos. Investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid han participado en un estudio internacional donde se analiza el potencial de estos nuevos materiales, que se podrían aplicar en tecnologías de ultrasonidos o para mejorar las ecografías.
Los físicos estadounidenses Charles Kane y Eugene Mele han sido galardonados por la Fundación BBVA con el Premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Básicas por su descubrimiento de los aislantes topológicos. Estos materiales, que son aislantes por dentro y conductores de electricidad por fuera, ofrecen propiedades electrónicas extraordinarias.