Josep Enric Llebot (Barcelona, 1953) es Doctor en Ciencias Físicas por la UAB y responsable del Informe sobre el Cambio Climático en Catalunya. Hablamos con este investigador y divulgador que en la actualidad investiga la regionalización de los modelos climáticos, el análisis estadístico de registros paleoclimáticos y de huracanes, y los modelos de mesoescala de la calidad del aire en carreteras.
“El cambio climático es una verdad incómoda por tres motivos: a nivel espacial, porque es un fenómeno que incide en toda la tierra y no tenemos un gobierno que abarque a todo el mundo; a nivel temporal, porque es un fenómeno cuya escala de actuación es transgeneracional y no sabemos gestionar problemas a 30 años; y porque sus soluciones tocan de lleno a la estructura de la sociedad”, asegura Llebot, que el pasado 16 de mayo impartió en el Ateneo Riojano la conferencia ‘¿Por qué el cambio climático es una verdad incómoda?’, dentro del ciclo ‘A ciencia cierta’, organizado por la Unidad de Cultura Científica de la Universidad de La Rioja.
Llebot, Premio de Literatura Científica de la Fundación Catalana para la Investigación y la Innovación (2005) y colaborador en prensa escrita (La Vanguardia, Avui, El Temps) y medios audiovisuales (Televisión de Barcelona y Catalunya Ràdio), describe el cambio climático como un fenómeno “inequívoco” –se produce en todo el mundo-, “inusual” –la temperatura es más alta que en los últimos 2.000 años-, “antropógeno” –provocado por la acción humana-, “inquietante” –se calcula que en el área mediterránea se reducirán las precipitaciones en un 20% hasta final de siglo- y que requiere medidas urgentes.
Aunque este investigador catalán admite que la sociedad comienza a “aceptar que tenemos un problema porque se está produciendo un cambio climático”, considera que todavía se ve como algo un poco lejano. “No hay una verdadera conciencia del cambio climático como un problema ambiental que afecta a la vida cotidiana de todos”.
A pesar de que el uso de una energía intensa y barata provoca un problema ambiental de gran magnitud que afecta a todos los aspectos de la vida, y de que las consecuencias de la existencia del cambio climático son evidentes desde hace tiempo, no ha sido hasta 2007 cuando el tema ha entrado de lleno en la programación de los medios de comunicación y en la agenda pública.
Una situación que Llebot achaca a que “los políticos se han empezado a preocupar por el tema” tras la sucesión de dos momentos claves para la sensibilización de la sociedad. El primero es la publicación, en 2006, del informe Stern, presentado por Nicholas Stern, experto en economía y asesor de Tony Blair, y con el que se puso precio al cambio climático. En su informe, Stern anunciaba que la inversión requerida para prevenir las causas del cambio climático es menor que los gastos que provoca afrontar sus consecuencias. Así, este informe cifraba en el 1% del PIB de un país el gasto en prevención, frente a un desembolso del 5 al 20% del PIB si se afronta posteriori.
En segundo lugar, Llebot se refiere al efecto Al Gore y a la influencia de la película ‘Una verdad incómoda’, una obra “realizada desde el punto de vista de un político, no de un científico” y de la que el investigador alaba su mensaje. “No creo que sea demagogo. La película se hizo para el consumo americano, aunque luego sorprendió con su éxito mundial. Está bien asesorada y tiene rigor en la mayoría de aspectos”. La única objeción de Llebot al film norteamericano se refiere a que “hay que dar un mensaje de que el mundo dentro de 20 años será muy distinto, desde el punto de vista energético, y este mensaje no lo da. Hay que ser firme en comunicar que las cosas van a cambiar, no porque nos caiga el cielo sobre la cabeza, sino que el impacto será distinto en cada lugar. No se puede determinar qué pasará en cada región, aunque sí a nivel global”.
A este respecto Llebot considera urgente adoptar medidas estructurales. “Si no tomamos medidas de verdad las cosas irán muy aceleradas”. Por poner un ejemplo, el investigador se refiere al aumento en las emisiones de dióxido de carbono. “La postura más pesimista de la ONU en el año 2000 ha sido ya superada. Y ello se debe a que economías emergentes como China, India y Brasil, con un gran consumo de energía, provocan un impacto ambiental que no resulta asumible, aunque es legítimo por su parte su voluntad de desarrollo”.
En este contexto, se pone de manifiesto la importancia del protocolo de Kioto porque “pone a prueba los mecanismos de reducción de emisiones”. El reto de futuro pasa por llegar a un acuerdo para cuando finalice la vinculación de Kioto. Una cuestión planteada en el marco de la 27ª reunión del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) celebrada en Valencia y en la que se emplazó a los participantes a llegar a un acuerdo en 2009 en Copenhague para el periodo comprendido entre 2012 y 2020. El desafío pasa ahora porque los países con índices de emisión más alto se adhieran al protocolo, aunque se lleven a cabo compensaciones. “Sino, todo será papel mojado”.
Para paliar los efectos del cambio climático, la medida más urgente se encuentra, para Llebot, en sustituir el modelo energético con el fin de aumentar la eficiencia de las centrales, vehículos y electrodomésticos. “Los efectos individuales son pequeños pero si se suman adquieren mucha fuerza”. La solución debería combinar diferentes medidas y apostar por las energías renovables. “No entiendo por qué España no invierte más en energía fotovoltaica y no es pionera en desaladoras. Sólo hemos hecho los deberes en el campo eólico”.
Aunque en España el cambio climático no va a afectar de la misma manera en todo el territorio, todas la regiones sufrirán un incremento en la frecuencia de las olas de calor, una disminución de las precipitaciones y un aumento del nivel del mar que conllevará que la cuña salina penetre más en la tierra provocando la salinización de los acuíferos y la destrucción de las playas. Además, las estaciones de esquí reducirán su rentabilidad; las temporadas serán más cortas y se requerirá más nieve artificial. Por ello, deberán diversificar sus servicios y aumentar las inversiones.
Llebot vaticina que los costes ambientales provocados por los efectos del cambio climático terminarán afectando a la economía doméstica de los ciudadanos. “Aparte de atornillar a las empresas, los países acabarán atornillando a la gente en la gestión de emisiones”. Así, Llebot ve viable en un futuro una iniciativa inglesa que propone que todos los ciudadanos dispongan de una tarjeta de crédito que contabilice las emisiones de CO2 permisibles y que permita una compensación similar a la de Kioto para comprar y vender emisiones a otras personas. De esta forma, como señala Llebot, dejará de ser posible comprar cerezas a buen precio en Navidad: “Ahora resultan baratas fuera de temporada porque, aunque hay que pagar los costes de producción y de transporte, no tienen costes ambientales”.
A pesar de todo, Llebot se considera “optimista” con respecto al futuro: “Con la media actual de impacto ambiental, el planeta aguantaría”.