Primer ingeniero ambiental de Guatemala, el actual ministro de Ambiente y Recursos Naturales del país centroamericano, Luis Ferraté –también Doctor en Geografía por la Universidad de Oregón (EE UU), y geofísico-, no duda en exigir que los países desarrollados tomen medidas necesarias para reducir los efectos del cambio climático, unos efectos que los países de Centroamérica luchan por evitar. En su opinión, si se quiere, se puede.
¿Cuál es la situación de los países centroamericanos frente al cambio climático?
Bajo el punto de vista científico, Naciones Unidas ha entendido que Centroamérica tiene un régimen bimarítimo, Atlántico y Pacifico. Por ser estrecho y largo estamos bajo los efectos de los huracanes del Atlántico y las tormentas tropicales del Pacifico, lo que no sucede con las islas que no están bajo un régimen bimarítimo. Esto nos hace extremadamente vulnerables a los fenómenos meteorológicos extremos. Guatemala esta además sobre tres placas tectónicas, que generan un cinturón de 37 volcanes de los cuales cuatro están activos. Genera riqueza, pero también problemas de erupciones volcánicas serias.
¿Qué otro tipo de vulnerabilidades existen en la región?
La gran pobreza, sobre todo. Hemos empobrecido a la población con políticas públicas que favorecen a los grupos de poder económico tradicional y militar. Ahora también tenemos graves problemas de intrusión de la narco actividad en la región. Hablamos de alta vulnerabilidad, además de una alta tasa de población del 3,5.
¿De qué manera el cambio climático afecta a estos países?
El cambio climático nos exacerba los problemas sociales, ambientales, territoriales, y financieros. Los magnifica, los multiplica y hace encadenamientos que llegan a poner en peligro la gobernanza y la seguridad nacional de los países, después de devastadoras inundaciones y sequias. Estamos constantemente invirtiendo en rehabilitar y reconstruir infraestructuras y servicios que no generan crecimiento económico ni protección de nuestros bienes naturales. En lugar de tener un desarrollo rápido es muy lento e implica una regresión.
¿Cuál es el país centroamericano más vulnerable a los efectos del cambio climático?
El país más vulnerable de todo el continente americano es Guatemala. Hay otros que le siguen, pero Guatemala está entre los 10 países más vulnerables del mundo. Los efectos negativos del cambio climático generan la pérdida de gran número de vidas humanas y ponen en riesgo la seguridad alimentaria así como la gobernanza y la seguridad nacional.
¿Cómo se traduce en la economía del país?
Con los efectos del cambio climático, Guatemala se ha enfrentado este año, por ejemplo, a una pérdida de 1.500 millones de dólares. Este dinero se ha perdido porque hay que reconstruir. No son inversiones, son gastos. Cada vez los países en desarrollo nos quedamos más atrás porque a los demás no les interesa, no hay solidaridad ni reciprocidad. Es un sálvese quien pueda. En Guatemala se esta notando.
¿Qué medidas son necesarias para mitigar estos efectos?
La educación por ejemplo para nosotros es vital porque es formativa. Ante la continua presión de la publicidad de generar más consumidores y más basura tenemos que tomar medidas muy firmes. El objetivo son los cambios de comportamientos y de conductas para la adaptación y la mitigación al cambio climático. La medida final de la adaptación es migrar de las zonas donde el cambio climático nos está despedazando. Nuestra situación es muy grave y seria, por eso nos lo tomamos con mucha firmeza sobre todo desde el ministerio de Ambiente.
¿Con qué problemas se enfrenta el Ministerio?
A pesar de ser el líder en Centroamérica, el problema es que siempre tenemos los presupuestos más bajos porque piensan que los de medio ambiente son como héroes, porque lo hacemos todo. Pero lo que hacemos nosotros es proteger la vida en todas sus manifestaciones, y asegurar a la población accesos seguros, sanos, y perdurables a infraestructuras que sean también seguras.
En su opinión de científico, ¿qué papel deberían desempeñar los científicos?
Cada vez los científicos se meten más en la política. Como es mi caso. No pueden ser únicamente políticos, tienen que ser personas que conocen el problema y que tienen la capacidad de confrontar a los políticos que no tienen conocimientos y que llegan por otras razones a cierto grado de gobernanza. No se trata de tener comités científicos, necesitamos que los científicos se metan a hacer política personalmente por su poder de persuasión que es el conocimiento y la ciencia. No nos pueden engañar porque saben mejor que nadie como está la situación.
¿Qué te ha aportado la ciencia a tu labor de ministro?
Me ha aportado el apoyo de los científicos, y sentirme seguro de mis decisiones. Me da seguridad y al presidente confianza. Cuando tomas decisiones las tomas con hechos científicos que generan confianza. El científico se equivoca poco. Somos muy honestos y honrados porque tenemos otro tipo de valores como proteger la vida, dar acceso a un ambiente sano, seguro y saludable, creer que en la biodiversidad está el desarrollo del mundo, proteger los parques naturales y las áreas protegidas, y ver el océano en una dimensión de seguridad alimentaria, entre otros. La mayoría de las leyes que hacen los políticos van en contra de estos principios, y la naturaleza se deteriora y degrada. Al final nos pasa factura.
¿Para ti qué es lo prioritario en la Cumbre de Cancún?
Los países deben reconocer la responsabilidad que tienen para salvar el planeta. De no ser así vamos a tener impactos económicos terribles. Los países desarrollados, sobre todo, deben reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y compensar por los efectos dañinos que el cambio climático está provocando en nuestro propio territorio.
Estos choques son la principal causa de muerte de cetáceos. Un nuevo estudio ha cuantificado, por primera vez, los riesgos que afrontan cuatro especies amenazadas de estos gigantes oceánicos en zonas clave de navegación mundial.
La expedición internacional Biodiversidad Global de Calcificadores Planctónicos Marinos ha aportado nuevas evidencias sobre este fenómeno, un proceso relacionado con el cambio climático que implica la progresiva invasión de aguas atlánticas en el océano Ártico.
