El 83,5% de las personas mayores dependientes están atendidas por familiares

Los investigadores Rafael del Pino, Antonio Frías y Pedro Palomino, del departamento de Enfermería de la Universidad de Jaén, han analizado el cuidado familiar de personas mayores dependientes en el entorno doméstico para explicar su repercusión en los servicios de salud, e identificar perfiles de riesgo en personas cuidadoras. El estudio permitirá a los servicios sanitarios la detección y atención precoz de las consecuencias negativas derivadas de la actividad cuidadora.

El 83,5% de las personas mayores dependientes están atendidas por familiares
Los investigadores Antonio Frías, Rafael del Pino y Pedro Palomino en la Universidad de Jaén. Foto: UJA.

El 83,5% de las personas mayores dependientes están atendidas por familiares, por ello estos investigadores están estudiando al colectivo de personas cuidadoras. “Realizar esta labor afecta a la persona cuidadora en su vida diaria, provocando, entre otras cosas, depresión, ansiedad, problemas osteo-articulares o aislamiento social. Por este motivo es un grupo importante de asistencia dentro de la atención de enfermería”, explica Rafael del Pino.

La línea de investigación que están desarrollando en la actualidad consta de tres estudios. El primer estudio, que ha formado parte de la tesis doctoral del profesor del Pino, se ha llevado a cabo sobre una muestra de 204 personas cuidadoras de familiares mayores dependientes de las poblaciones de La Carolina, Santisteban del Puerto, Bailén, Linares, Andújar y pueblos aledaños.

Dicho estudio ha contribuido a describir el perfil de las personas cuidadoras en riesgo de alteraciones psicológicas. Estas personas se caracterizan por ser mujeres, de alta dedicación a la persona dependiente, baja satisfacción con el apoyo social recibido y baja satisfacción con la actividad cuidadora; además, sus motivos para cuidar están más próximos a la obligación moral que a la reciprocidad.

“Este perfil facilitará la labor preventiva a los profesionales de los servicios de salud, al facilitarles una foto de las personas cuidadoras más frágiles, y así poder actuar antes sobre ellos y evitar las consecuencias negativas tanto para dichas personas como para las personas a las que cuidan”, afirma el investigador.

El segundo estudio tiene como objetivo profundizar en el análisis y medición de los motivos que llevan a las personas a cuidar de un familiar mayor dependiente, con la finalidad última de seguir analizando uno de los resultados del estudio anterior. Dicho estudio, que cuenta con financiación del Plan Nacional de I+D+I (Acciones Estratégicas en Salud), consta a su vez de dos partes.

En la primera parte los investigadores están desarrollando una investigación cualitativa en la que se han realizado 16 entrevistas en profundidad para estudiar los motivos de la actividad cuidadora. En la segunda parte los investigadores realizan un estudio cuantitativo, con el que están desarrollando un cuestionario que ofrecerá a los servicios sanitarios la posibilidad de detectar aquellas personas cuidadoras cuyos motivos para el cuidado estén relacionados con mayores consecuencias negativas de la labor cuidadora.

Además, estos científicos trabajan en los resultados de la encuesta sobre el Apoyo Informal a las personas Mayores (realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas y el IMSERSO), para analizar las diferencias de género en las personas cuidadoras. Según esta encuesta, que abarca más de 1.500 personas encuestadas, el porcentaje de cuidadores masculinos no solo no ha subido en España en los últimos 10 años, sino que ha bajado. “Otro resultado interesante es que, a diferencia de otros países, en España la dedicación al cuidado es similar en mujeres y hombres.

Este hecho, unido al escaso número de hombres cuidadores, pone de manifiesto que en nuestro país se mantiene la estructura familiar tradicional de selección de personas cuidadoras, basada en criterios de género (la mujer la primera opción familiar a la hora de cuidar a un mayor dependiente) y familismo (el internamiento en una residencia la ultima opción), de manera que el hombre llega a cuidador principal cuando las posibilidades femeninas se han agotado, y cuando esto sucede, tiene que desarrollar la misma labor que las mujeres cuidadoras. Hay que favorecer la implicación masculina en el cuidado, como una forma de dar continuidad a un sistema de atención basado en gran medida en el cuidado familiar”, concluye Rafael del Pino.

Fuente: Universidad de Jaén
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