La contaminación de la carne de las aves acuáticas y su intoxicación por perdigones de plomo ha disminuido un 50% tras la prohibición en 2001 del uso de este tipo de munición en los humedales. Este es uno de los datos que recoge un estudio del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, que señala también que el cumplimiento de este mandato por parte de los cazadores ha sido muy alto.
El perdigón de plomo fue prohibido en 2001 en los humedales españoles incluidos en la lista Ramsar, que enumera estas zonas de importancia internacional. Diez años más tarde, esta prohibición y la consecuente adopción del uso del perdigón de acero por parte de los cazadores ha empezado a dar sus frutos, según un estudio que publica la revista Environment International
“Lo más importante de nuestro trabajo es que se demuestra que el cambio de material –del perdigón de plomo al acero–, aun siendo una prohibición espacial parcial, ha reducido la intoxicación en las aves y la contaminación de la carne de caza”, declara a SINC Rafael Mateo Soria, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), coautor del trabajo.
Los perdigones acumulados en los humedales, en muchas zonas con más de cien de estos proyectiles por metro cuadrado, permanecen en los sedimentos durante décadas.
El principal daño que causan afecta a la propia salud de las aves. Al ingerir la munición, esta queda retenida en su molleja y se va deshaciendo de forma abrasiva en el estómago. El plomo liberado se absorbe y llega a los diferentes tejidos del animal.
“Las aves empiezan a tener problemas neurológicos, no se pueden mover y además sufren anemia. Normalmente si ingieren plomo terminan muriendo con un marcado adelgazamiento al cabo de días, o incluso semanas, desde que han empezado a ingerir los perdigones”, explica Mateo.
En especies como el ánade azulón, en que un 30% de las aves cazadas a principios de los años 90 en el delta del Ebro habían ingerido perdigones de plomo, este porcentaje ha bajado hasta el 15%. La misma tendencia se observa en otras especies como el pato cuchara, la cerceta común o el porrón común.
Por el contrario, en el caso de los ánades rabudos cazados sigue siendo alarmante que más del 70% presenten perdigones en su molleja, un valor similar al observado hace tres décadas.
El científico señala que para averiguar la razón del alto porcentaje de intoxicación en esta especie van comenzar el marcaje de aves con emisores. “Lo que sí sabemos es que por su tipo de dieta es una especie con alto riesgo de ingerir perdigones. No obstante, en otras que también tienen estos factores de riesgo, como el porrón europeo, su tasa sí ha disminuido al cambiarlos por los de acero”, añade.
Otro problema que origina el perdigón de plomo es la contaminación de la carne. Las trazas en los animales abatidos con este metal, incluso después de retirar los perdigones, superan los valores establecidos para la carne de consumo humano.
El plomo de los arrozales
Los cazadores que prefieren el plomo en vez del acero argumentan que este último es más duro y menos denso. “Con el acero tienen que disparar un perdigón más grande para que tenga la misma masa, no se puede detonar hacia el suelo por el riesgo de rebotes y dicen que puede dañar el cañón de las escopetas. La experiencia indica que estos inconvenientes no han afectado a la actividad cinegética y que pueden seguir perfectamente cazando con acero”, dice Mateo.
Los investigadores quieren destacar que el cumplimiento de esta prohibición por parte de los cazadores ha sido muy alto y que han seguido cazando aves acuáticas en la misma cantidad después del cambio del plomo al acero.
Sin embargo, la ley solo prohíbe el perdigón de plomo en humedales protegidos. Por este motivo, en los arrozales que los patos usan como zonas de alimentación sí están permitidos, lo que mantiene focos de contaminación para las aves y su carne.
“Estos animales aprovechan los arrozales para alimentarse, además de las lagunas naturales. No tiene mucha lógica cesar la entrada de un contaminante en una zona protegida si a pocos metros se sigue contaminando con la misma intensidad. Las aves no entienden de límites. No se ha hecho, principalmente, porque no son zonas protegidas”, señala el científico.
La legislación de la mayoría de países europeos
Este estudio ha permitido valorar la efectividad de las medidas adoptadas por los países firmantes del Acuerdo para la Conservación de las Aves Acuáticas Migradoras de África-Eurasia (AEWA), que en su última reunión acordó solicitar a las partes una valoración de la efectividad de la prohibición del perdigón de plomo en humedales y el paso a municiones alternativas no tóxicas.
La AEWA es un acuerdo para proteger las aves acuáticas en toda su ruta migratoria entre África y Eurasia. Una treintena de países europeos lo han firmado.
Según el científico, en la mayoría de los países europeos existen legislaciones que limitan o prohíben el uso de munición de plomo. “Algunos como Dinamarca han ido más allá y han prohibido el uso de este tipo de perdigón en todas las modalidades de caza desde 1996”.
Otros países como Holanda, Noruega o Suecia les han seguido. Incluso se han empezado a sustituir las balas de plomo por balas de cobre con punta hueca en determinados territorios con el fin de reducir las muertes por plumbismo en aves carroñeras, como el cóndor de California (EE UU) o el pigargo europeo (Alemania).
En el estudio también han colaborado investigadores del Instituto do Mar (Universidad de Coimbra, Portugal), de la Universidad Autónoma de Barcelona y la University of the Highlands and Islands (Escocia).
Referencia bibliográfica:
Mateo, R., Vallverdú-Coll, N., López-Antia, A., Taggart, M.A., Martínez-Haro, M., Guitart, R., Ortiz-Santaliestra, M.E. 2014. “Reducing Pb poisoning in birds and Pb exposure in game meat consumers: The dual benefit of effective Pb shot regulation”. Environment International 63: 163–168.
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