La demanda de turismo en entornos naturales crece, el régimen de incendios forestales cambia y el calentamiento global se acelera. Mala combinación. Es imprescindible desarrollar campañas de educación y concienciación para reducir la vulnerabilidad de las personas y de los bosques, afrontar los nuevos retos y aprovechar las oportunidades.
El verano de 2025 ha comenzado con una fuerte anomalía térmica a fines del mes de mayo en la Península Ibérica. Las elevadas temperaturas ponen de manifiesto el cambio climático pero también disparan el deseo de vacaciones y alimentan el imaginario de paisajes naturales fuera de la ciudad.
Las montañas y los bosques comienzan a llenarse de senderistas y turistas que buscan la desconexión, el contacto con la naturaleza y temperaturas más frescas. Pero las condiciones del medio natural han cambiado.
Aunque las lluvias de esta primavera han aliviado el estrés hídrico del suelo y la vegetación, los bosques se encuentran estresados por la alteración que supone el cambio climático, la gestión insuficiente y la irrupción de un uso público desordenado que multiplica los riesgos de degradación, y muy en particular la amenaza de los incendios forestales.
Montañas y bosques atraen a turistas en busca de frescor y naturaleza, pero el entorno ya no es el mismo. Los bosques están debilitados por el cambio climático, la falta de gestión y un uso público descontrolado
La población que llega a los espacios naturales buscando la relajación y la práctica de actividades al aire libre suele desconocer el estado de los ecosistemas. Buscan la desconexión de la ciudad, pero antes se desconectaron de los bosques.
El cambio climático ha venido de la mano de un cambio cultural basado en la producción, la acumulación y el consumo en las ciudades. En esta situación, el uso recreativo y turístico de los montes se plantea también en clave de consumo de unos recursos que se consideran libres y gratuitos, sin conocer ni reconocer el valor real de estos servicios ecosistémicos.
En teoría, el ecoturismo es una actividad de bajo impacto que contribuye a fijar y regenerar el capital natural y humano al tiempo que promueve la sensibilidad y la educación ambiental. Sin embargo, aunque el turismo de naturaleza debería efectivamente favorecer la mejora y conservación del patrimonio natural, a menudo se convierte en un factor añadido de riesgos de todo tipo.
Aunque el turismo de naturaleza debería favorecer la mejora y conservación del patrimonio natural, a menudo se convierte en un factor añadido de riesgos de todo tipo.
La pérdida de cultura del territorio y el desconocimiento del estado actual de los ecosistemas están en el origen de conductas imprudentes de los visitantes que incrementan de manera inconsciente el peligro de incendios forestales.
Podríamos citar muchos ejemplos, como la costumbre de fumar y arrojar colillas en el monte, o de tirar latas y otros materiales a su paso, e incluso de hacer fuego para fines lúdicos a pesar de su prohibición.
Los ecoturistas buscan y ven –casi siempre de forma despreocupada– escenarios de bienestar y disfrute donde realmente hay escenarios territoriales del fuego, y en ocasiones con patrones de propagación que pueden generar graves situaciones de emergencia.
También los incendios forestales son una amenaza para el sector turístico, puesto que causan la destrucción del patrimonio natural, alojamientos, bienes y servicios. En España son numerosos los casos de pérdidas económicas y materiales en destinos de turismo rural y turismo de naturaleza afectados por incendios. Uno de los más conocidos es el de Pedro Bernardo y Arenas de San Pedro en el Valle del Tiétar, donde los grandes incendios forestales de 1986, 2000, 2006, 2009 y 2022 han desarticulado la economía local basada en el turismo rural.
En España, los incendios forestales han causado graves pérdidas en destinos de turismo rural, como el Valle del Tiétar, donde han afectado seriamente a la economía local
Los grandes incendios de la última década vinculados al cambio climático y al cambio del paisaje han llegado incluso a desmantelar destinos internacionales de ecoturismo.
En los parques nacionales de California encontramos ejemplos muy destacados en 2022 y 2023, como el causado por el gran incendio de la Reserva Nacional de Mojave (California) en agosto de 2023, con la destrucción de árboles ancestrales, el impacto del Fire Redwood al mes siguiente, y la amenaza al Parque Nacional de Yosemite en julio de 2022.
Los incendios forestales que arrasaron la isla de Maui en Hawaii en agosto de 2023 causando muertes y destrucción, pusieron de manifiesto también las consecuencias de los desequilibrios provocados por la degradación de los ecosistemas y el cambio climático en este destino turístico internacional.
Es muy oportuna esta pregunta que formula la red social del Camino de Santiago “Vive el Camino” para dar pautas de conducta prudente que permitan mitigar el riesgo de incendios forestales y reducir la vulnerabilidad de los peregrinos en caso de verse sorprendidos por el fuego.
En la misma dirección apunta el podcast “Toma Nota” de Cruz Roja del verano pasado sobre “Cómo evitar un incendio forestal”. Y es que, al igual que se cierran los jardines históricos en Madrid ante el riesgo de fuertes vientos, en la Comunidad Foral de Navarra se cerraron algunos tramos del Camino de Santiago en junio de 2022 ante el riesgo extremo de grandes incendios forestales. Porque los ecoturistas –y en este caso peregrinos– que transitan por los bosques y campos en verano, no solo son agentes de peligro, sino también sujetos vulnerables frente a la declaración del incendio.
Los turistas de naturaleza suelen ser personas con formación e intereses orientados al conocimiento y la defensa de los espacios naturales. Sin embargo, no suelen tener una adecuada cultura del riesgo ni una conciencia del peligro de incendios forestales adaptada al régimen actual del fuego.
Los ecoturistas deben saber qué hacer y cómo para reducir las igniciones a través de la prevención, para mantenerse a salvo en caso de incendio, y para facilitar las actuaciones de los dispositivos en situaciones de emergencia
Las consecuencias del cambio climático y de la modificación de la estructura y dinámica de los ecosistemas generan situaciones nuevas, a menudo imprevisibles, que obligan a estar preparados para gestionar la incertidumbre. Para ello es necesario desarrollar campañas educativas orientadas a informar y concienciar sobre los factores que influyen en el comportimiento del fuego, para favorecer actitudes y medidas preventivas, y para facilitar las actuaciones de protección y de evacuación en caso de emergencia.
Prepararse para el riego de incendios forestales es crucial a la hora de emprender un viaje turístico en espacios naturales. Al igual que los propietarios de viviendas y negocios, los residentes y los trabajadores en el medio rural, los ecoturistas deben saber qué hacer y cómo para reducir las igniciones a través de la prevención, para mantenerse a salvo en caso de incendio, y para facilitar las actuaciones de los dispositivos en situaciones de emergencia.
Cristina Montiel Molina, catedrática de Geografía. Universidad Complutense de Madrid.