Alzheimer: el síntoma es la palabra

Antes de que aparezcan los primeros síntomas clínicos del alzheimer, el lenguaje lo delata. En este conocimiento se basa una parte del trabajo de los investigadores que dirige Fernando Cuetos, catedrático de Psicología en la Universidad de Oviedo y Presidente de la Sociedad Española de Psicología Experimental. “Éste es un enfoque muy nuevo en la aproximación al estudio del alzheimer”, explica Fernando Cuetos.

Alzheimer: el síntoma es la palabra
Fernando Cuetos, en su despacho de la Universidad de Oviedo. Fotografía: FICYT.

Los indicios de formas muy leves de demencia están relacionados con la complejidad de las frases, su longitud, y sobre todo, la frecuencia de uso de las palabras: una elevada frecuencia (mayor repetición de las mismas palabras) indica un acceso deficiente a los términos de menos uso. No obstante, Fernando Cuetos matiza que las conclusiones sólo pueden extraerse de la combinación de varios indicadores, y que un resultado deficiente en un apartado de las pruebas no implica indicios de demencia.

Calibrar para predecir
Este investigador puntualiza que los cambios en el lenguaje antes del diagnóstico convencional del alzheimer no son detectables a no ser que las pruebas estén muy cuidadosamente diseñadas. Para calibrarlas, los investigadores que dirige Fernando Cuetos trabajan con diversos grupos de personas sanas y con patologías.
“Pasamos la prueba a personas con alzheimer en estadio inicial, a personas que presentan un deterioro cognitivo leve, a pacientes de otro tipo de demencias, y a un grupo de personas sanas. A continuación, contrastamos los resultados. Así conseguimos observar a través de las pruebas cuáles son las diferencias más representativas entre los grupos”, explica Fernando Cuetos.

Deterioro no implica demencia
Junto a la terapia farmacológica, los investigadores asturianos destacan la importancia de los tratamientos de estimulación cognitiva como forma de retrasar los síntomas del alzheimer. Y es que, aunque la enfermedad siga su curso de destrucción cerebral, la actividad mental permite aprovechar las partes sanas del cerebro.

En palabras de Fernando Cuetos, “no hay una relación tan alta como sería de esperar entre el deterioro de las funciones cerebrales y las alteraciones cognitivas: hay personas que con un cerebro dañado mantienen bastante actividad mental, y otras que, con un cerebro mejor conservado, presentan un alto grado de demencia”. La diferencia, señala Fernando Cuetos, se debe al uso que se haga de los recursos cerebrales, es decir: de las “reservas cognitivas”.

Ondas que curan
El grupo de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Oviedo es el único socio español que participa en la red europea de movilidad “Lenguaje y cerebro”. Esta iniciativa ha permitido a los investigadores asturianos acceder, entre otras avanzadas tecnologías, a la resonancia magnética funcional de la Universidad de York para profundizar en el conocimiento del funcionamiento de las distintas áreas cerebrales.

Otra técnica que han comenzado a utilizar estos investigadores, en este caso en la Universidad de Londres, es la estimulación magnética transcraneal, que consiste en activar o inhibir el funcionamiento de distintas partes del cerebro, a través de ondas electromagnéticas que se emiten desde el exterior del cráneo. Fernando Cuetos resume las perspectivas de futuro de este nuevo recurso: “esta tecnología tiene una aplicación terapéutica muy interesante: se ha observado que tiene efectos positivos en pacientes con depresión o enfermedades neurodegenerativas, como el párkinson o el alzheimer”.

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Más información:

El novedoso enfoque de diagnóstico precoz que desarrollan los investigadores de la Universidad de Oviedo se gestó durante un reciente estudio en colaboración con la Universidad de Antioquia, en Medellín (Colombia), para diagnosticar el alzheimer a través de pruebas lingüísticas. La muestra del estudio la formaron personas que presentaban la mutación E280A en el gen Presenilina-1 y que, por tanto, desarrollan alzheimer a una edad excepcionalmente temprana (en torno a los 50 años de edad). Los significativos resultados que obtuvieron estos investigadores en la detección preclínica de la enfermedad los animaron a dirigir los tests lingüísticos al diagnóstico precoz de la enfermedad en personas no portadoras de la mutación.

Referencias bibliográficas:

Juan Carlos Arango-Lasprilla, Fernando Cuetos, Claudia Valencia, Claramonika Uribe and Francisco Lopera, “Cognitive changes in the preclinical phase of familial Alzheimer´s disease”, Journal of Clinical and Experimental Neuropsychology, Volume 29, Issue 8, November 2007, 892-900.

Fernando Cuetos, Juan Carlos Arango-Lasprilla, Claramónika Uribe, Claudia Valencia and Francisco Lopera, “Linguistic changes in verbal expression: A preclinical marker of Alzheimer’s disease”, Journal of the International Neuropsychological Society (2007), Volume 13, Issue 3, May 2007, 433-439.

F. Cuetos-Vega, M. Menéndez-González, T. Calatayud-Noguera, “Descripción de un nuevo test para la detección precoz de la enfermedad de Alzheimer”, Revista de Neurología, Número 44, 469-74.

Fuente: FICYT
Derechos: Creative Commons
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