La cultura árabe y la cristiana compartían costumbres en el Reino de Granada

Detrás de las grandes fechas de la historia siempre está el día a día de aquellos que vivieron en aquel tiempo: qué cocinaban, cómo vestían, en qué creían, cómo se organizaban. Investigadores de la UGR del grupo Cultura Material y Mentalidades en Andalucía, Siglos XIII-XVI, dirigido por el historiador José Rodríguez Molina, han querido dedicar su trabajo a esa parte de la historia. De hecho, llevan años desgranando la vida en la Andalucía medieval. Su labor muestra cuál era la realidad cotidiana de entonces y sirve para desmitificar muchas creencias todavía arraigadas sobre la sociedad andaluza de la época.

La cultura árabe y la cristiana compartían costumbres en el Reino de Granada
La catedral de Granada desde el Albaicín. Foto: Pedro J. Pacheco.

“Se ha creído durante muchos siglos que en la época del reino de Granada la convivencia entre personas árabes y cristianas era difícil, llena de conflictos, asperezas y envidias, pero no hay nada más lejos de la realidad. Con nuestro estudio hemos aprendido que la mayoría de las veces convivían en igualdad y compartían costumbres y experiencias”, afirma Rodríguez ejemplificando uno de los mitos que se han derruido con su trabajo: el caso de la difícil convivencia entre religiones de la época.

Los resultados que obtienen con su trabajo se centran en la Andalucía medieval, geográficamente muy distinta a la actual. Entonces, había una gran diferencia entre la Andalucía cristiana del valle del Guadalquivir y la árabe del reino de Granada. Por ello, el grupo estudia la región del alto Guadalquivir (aproximadamente la actual provincia de Jaén); los aspectos culturales del Reino de Granada (que se corresponde con las provincias de Almería, Granada y Málaga) y, sobre todo, aspectos de la vida en la región de frontera.

El fruto de su trabajo muestran que más de siete siglos después Andalucía ha avanzado mucho en calidad de vida y desarrollo, pero aún tenemos mucho en común con aquellos antepasados medievales, sobre todo, en la alimentación. Compartimos el mismo gusto por las buenas carnes (cerdo, vacuno o conejo) y por el pescado; y en la Andalucía medieval ya se conocía el turrón y se comían con normalidad muchos de los dulces artesanos que todavía hoy distinguen la gastronomía andaluza.

Defensor del pueblo medieval

Es reseñable la existencia de figuras sociales que denunciaban los abusos que se ejercían a veces desde los centros de poder, similares al actual defensor del pueblo. En su libro El personero, defensor de la comunidad ciudadana, Rodríguez también presenta a este personaje cuya existencia demuestra cierto parecido con la sociedad de hoy.

Otros aspectos de la vida cotidiana sí son muy dispares con la actualidad. La higiene era más complicada y descuidada, por falta de medios y de hábitos de limpieza. Algo parecido sucede con el vestido, aunque en este sentido hay considerables diferencias entre las clases sociales: la aristocracia y nobleza (de los que se tiene mucha más información) vestían lujosos y sofisticados trajes, mientras que los pobres vestían sencillas ropas de fibras y tejidos básicos.

“Es una tarea muy laboriosa puesto que hay que basarse en documentos que no tengan intencionalidad como las compra-ventas o las actas capitulares de los ayuntamientos, y para encontrarlas hay que desempolvar muchos documentos y realizar búsquedas muy dificultosas”, explica José Rodríguez.

Las compra-ventas son registros en los que queda constancia de un pago o transacción mientras que las actas capitulares son las actas que se escribían sobre las reuniones en los ayuntamientos detallando los conflictos ciudadanos o las demandas administrativas.

Mentalidad religiosa

La religión tenía el mayor peso como formadora de cultura y pensamiento. Con su trabajo, este grupo de investigadores ha descubierto aspectos curiosos que demuestran cómo la mayoría de fenómenos de la vida eran explicados sólo a través de la óptica religiosa. Un buen ejemplo es el artículo publicado por José Rodríguez sobre Insecticidas en la época precientífica, donde se explican las técnicas para el tratamiento de plagas que eran usadas por los agricultores, principalmente apoyadas en rituales de rogativas, conjuros e incluso exorcismos.

El estudio de la mentalidad y cultura se apoya en documentos editados por la Iglesia. Actas de parroquias, conventos y monasterios son examinadas para conocer más acerca de los comportamientos y vida en público. Con ello, queda constancia de la importancia que ritos como la confesión tenían sobre las personas y su educación, a la vez que servían para sustentar la supremacía de la Iglesia. Supremacía ideológica y económica,porque “cuando una persona no accedía a confesarse, si pasaba un determinado tiempo, se le multaba llegando incluso a la expropiación de parte de sus propiedades o incluso todos sus terrenos”.

Muy importante fue también la gestión hecha del miedo a la muerte. Buena parte de los ingresos que lograban los obtenían tras haber difundido la creencia de que ser enterrado cerca de un lugar sagrado garantizaba el cielo. Por eso, muchos aristócratas pagaban ingentes cantidades de dinero para poder ser enterrados y una tasa anual posterior. "Algunos monjes inventaban rumores sobre apariciones de espíritus enfadados porque no se celebraban misas en su nombre y conseguían que se pagasen nuevas misas a título póstumo”, detalla el historiador.

El trabajo de este grupo comenzó en el año 1972 y se mantiene hasta la fecha dados los importantes frutos que genera. Actualmente se sustenta gracias a los incentivos de la Consejería de Innovación, y ha recibido ayudas de otras entidades como la Diputación de Jaén. Dicha investigación se continúa desarrollando para seguir descumbriendo con más detalle y objetividad el día a día de los antepasados de Andalucía.

Fuente: Andalucía Innova
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