Mientras lucha contra la COVID-19 y el mayor brote de sarampión de todo mundo, la República Democrática del Congo ha anunciado un nuevo brote de ébola en el país, que se suma al que comenzó hace dos años en la parte más oriental. De momento se han detectado seis casos, aunque es posible que esta cifra aumente estos días.
El 80 % de todas las infecciones podría proceder de un 10 % de todos los positivos. Si la pandemia depende tanto de los puntos calientes de la transmisión, esa es su debilidad. Una estrategia eficaz contra los rebrotes sería concentrar el esfuerzo en evitar esos focos. Antes hay que aprender a predecirlos, claro.
La organización Mundial de la Salud ha indicado que treinta países y múltiples asociaciones e instituciones internacionales se han unido para para apoyar al Fondo de Acceso a la Tecnología COVID-19.
Un estudio internacional con datos de más de 900 pacientes de hospitales de España, Canadá y Estados Unidos indica que la tasa de letalidad de enfermos de cáncer que también padecen coronavirus es del 13 %. Este dato es justo el doble que la establecida para pacientes que solo están infectados por el SARS-COV-2, que es del 6,5 % de acuerdo con los datos de la Universidad Johns Hopkins.
Aunque cada día vamos conociendo más datos sobre el SARS-CoV-2, todavía quedan muchas incógnitas. Una de ellas son los contagios asintomáticos que parecen sufrir la tercera parte de los afectados. Un estudio realizado en un crucero que zarpó tras declararse la pandemia muestra que más de 8 de cada 10 pasajeros que dieron positivo no tuvieron síntomas.
Comer alimentos poco adecuados y la falta de actividad física durante la cuarentena ha tenido consecuencias en el estado metabólico que van más allá de lo estético: la obesidad es un factor de riesgo para la COVID-19, su prevalencia aumenta en personas con un nivel socioeconómico más bajo y afecta especialmente al desarrollo infantil. Ahora toca mitigar estos efectos colaterales de la pandemia.
Conforme el invierno llega al hemisferio sur, crece el temor de que el nuevo coronavirus se extienda en lugares ya azotados por otras enfermedades. Las científicas Elena Gómez Díaz y Nerea Irigoyen analizarán in vitro e in vivo lo que sucede si una misma célula o individuo son infectados a la vez por Plasmodium y SARS-CoV-2.
Si se usan con cautela, los estudios de inmunidad de la población pueden guiar la vuelta al trabajo y la estimulación de la economía, teniendo en cuenta sus limitaciones. Varios equipos científicos alertan de que hacen falta más investigaciones sobre la protección que otorgan los anticuerpos y su duración real. De lo contrario, se corre el riesgo de tomar decisiones basadas en información incompleta.
Dos investigaciones independientes en primates aumentan las expectativas de que los humanos puedan desarrollar una reacción protectora ante el coronavirus. El tiempo analizado ha sido solo de 35 días, por lo que son necesarios más estudios a largo plazo.
El positivo en un test de anticuerpos podría no garantizar protección contra el coronavirus. El primer estudio realizado en España apunta que un 44 % de las personas que han sufrido la infección de manera leve o asintomática tienen un nivel de anticuerpos muy bajo y con poca capacidad neutralizante. Por ello, los autores subrayan la necesidad de mantener las medidas de precaución para evitar nuevas exposiciones.