Greta Thunberg a su llegada esta mañana a la COP25 / Francis Tsang
La ciudadanía suele valorar muy bien las profesiones científico-técnicas en las encuestas, pero los propios científicos consideran que la sociedad desconoce lo que hacen. Así lo refleja un sondeo on line realizado por investigadores de la Universidad Pompeu Fabra.
Cuando en verano de 2018 Greta Thunberg, de 15 años entonces, empezó a faltar al colegio para manifestarse frente al parlamento sueco, pocos imaginaron que lograría poner en marcha a los millones de jóvenes que ahora se congregan cada viernes, como hoy en la Huega Mundial por el Clima. ¿Qué ha hecho que su mensaje cale más que ningún movimiento anterior?
Este 21 de julio los lectores de cierta edad recordarán dónde estaban y qué hacían cuando, medio siglo atrás, Neil Armstrong estampó su pisada en la polvorienta superficie selenita; y una pequeña pero ruidosa minoría insistirá en que nos tomaron el pelo. Que este negacionismo mantenga su tirón pese a las refutaciones hace pensar en la raíz del problema: la desconfianza en los expertos y las instituciones.
De la novela de George Orwell se han hecho tres lecturas: la primera veía en ella un alegato antitotalitario contra las dictaduras estalinistas; la segunda, una advertencia sobre las tecnologías de la vigilancia; y la tercera, una denuncia de la posverdad. Tres interpretaciones que reflejan las sucesivas ansiedades culturales y acreditan la riqueza de una distopía capaz de entregar un significado distinto a cada generación de lectores.
El pelo gris femenino se ha identificado durante años con el descuido; sin embargo, ahora mujeres de todas las edades lucen sus mechones blancos. No es solo una moda estética, conlleva una evolución en los roles sociales y la aceptación de la propia imagen. Mientras sucede este cambio, equipos de investigación tratan de averiguar las causas últimas del encanecimiento y sus relaciones con la salud.
El estigma y los prejuicios hacen que algunos grupos sociales sean discriminados en los lugares donde residen. Un nuevo estudio analiza quién excluye y a quién. Drogodependientes, alcohólicos y homosexuales son los grupos más rechazados en todo el mundo y, en España, el colectivo gitano.
Las series españolas emitidas en horario de máxima audiencia por las cadenas generalistas mantienen roles de género tradicionales y solo le dan a las mujeres un 36% de los papeles. Aún más infrarrepresentados están otros colectivos: de los 723 personajes analizados únicamente hay una persona transgénero y un 2% son homosexuales, lejos de la realidad social. Las apuestas para el prime time televisivo son conservadoras ante la perspectiva de captar un público heterogéneo.
Según un estudio liderado por investigadoras de dos universidades catalanas, la tendencia machista del reguetón se está rompiendo con la aparición reciente de mujeres jóvenes que han dado un giro a sus mensajes a través de letras que contienen un fuerte componente feminista.
Investigadores de la Universidad de Cádiz, la Autónoma de Madrid y el CSIC confirman que tener materiales deportivos en casa, limitar el número de televisores y evitar los ordenadores en las habitaciones de adolescentes contribuyen a prevenir el sedentarismo. El trabajo, desarrollado con casi 1.600 jóvenes entre 9 y 18 años, analiza las características del entorno físico asociado al tiempo que dedican a ver la pantalla, jugar a videojuegos o estudiar.