Mapa de la altura de las olas en los últimos 20 años. Science/AAAS.
Un trabajo realizado por investigadores del CSIC, de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), de la Universidad de Barcelona, de la Universidad de Columbia y de Geoscience Australia demuestra que las aguas profundas de la Antártida, ricas en CO2, fueron las responsables de la liberación a la atmósfera de gran cantidad de CO2 durante la última deglaciación planetaria, iniciada hace 17.000 años.
Una ola de calor tan intensa como la de 2010 se podría repetir con una frecuencia de uno o dos veranos por década a partir de 2050.
El sulfuro de hidrógeno desempeñó un papel fundamental en las reacciones químicas que originaron la vida en la Tierra.
El sulfuro de hidrógeno fue esencial en las reacciones químicas que produjeron las primeras formas de vida en la Tierra. El hallazgo, demostrado en un experimento de 1958 que no llegó a publicarse, ha sido confirmado ahora por un equipo internacional de científicos.
Los sismólogos llevan décadas pronosticando que un gran terremoto, el Big One, se producirá en la Falla de San Andrés y devastará la superpoblada región de California, desde que en 1906 un gran terremoto azotara San Francisco. Esta misma predicción se hacía para Japón desde el terremoto del Gran Kanto en 1923 que devastó la región de Tokio y causó 150.000 víctimas. De los recientes acontecimientos podemos afirmar que el país de Sol Naciente, acaba de sufrir su Big One.
Miles de vidas truncadas, pueblos sumergidos y desolados, y centrales nucleares descontroladas: el país nipón se enfrenta a su peor pesadilla desde que el 11 de marzo sufriera un terremoto de 9 grados en la escala de Richter y un tsunami devastador. Pero seísmos y maremotos conviven desde siempre con una isla que no existiría si no fuera por el movimiento constante de las placas tectónicas.
Un estudio internacional, con participación española, ha demostrado que la ola de calor que afectó a Europa en el verano de 2010 fue más cálida e intensa que la de 2003. La investigación señala que grandes olas de calor como la de 2010 podrían volver a ocurrir a partir de 2050 e incrementar su frecuencia hacia finales de siglo como consecuencia del calentamiento global.